27.2.06

El Foro Empresarial desde bambalinas - parte 1

Martes, 21 de febrero

Con poquitas horas dormidas, el día se presentaba duro: arrastraba muchos días currando más de 15 horas seguidas y había muchísimas cosas dejadas para el último día. Esa mañana había mucha prisa para imprimir documentación, grabar cds, empaquetar carpetas… a media tarde llegaba el Rey, escoltado por el ministro de asuntos exteriores, secretarios de estado y directores generales, invitados VIP a los que había que entregar una primera copia (provisional) de nuestro esfuerzo.

El resto de la comitiva española despegaba de Hanoi sobre las ocho de la tarde, con lo que hasta las once y pico no estarían en su hotel. Un par de horas antes me enchufé el traje en la oficina, busqué a Ander y nos fuimos para el hotel Grand Hyatt mientras coordinaba con Pablo, que había ido al aeropuerto, la llegada de los empresarios españoles. Ander se posicionó y preparó la documentación a entregar en la sala de registro.

Al poco tiempo apareció nuestra jefa… - ¡Sergio fatal! ¡Todo mal! ¡Va todo fatal!… La cosa no era para tanto, la verdad, pero los nervios se apoderaban de todos. – ¡Y haz el favor de quitarte ese pendiente, anda!

Según entraba gente en el hotel con careto ibérico yo les acompañaba hasta nuestra sala de registro y Ander y Pablo repartían las hermosas carpeta azul con la documentación del evento (invitaciones, acreditación, block de notas, programa del evento, cd, listado de empresas participantes y bolígrafo). En unos cuarenta minutos habíamos acabado, eché uno ojo a la sala donde al día siguiente desayunaríamos, y sobre la una estábamos yendo con el chófer de cámino a casa, esquivando los marrones de la jefa que imposibilitaban ir la recepción del Juancar.

Qué mal sobé esa noche, sabiendo que me tenía que levantar a las 6.30, después de tantos días durmiendo poco, y oliendo el día que me esperaba…


Miércoles, 22 de febrero

Ducha rápida, y otra vez al hotel disfrazado de elegante, sin pendiente y bien afeitado (la cara irritada de pasar la cuchilla con tanta frecuencia). Esa mañana había desayuno de trabajo para los empresarios españoles, y el consejero económico de la Unión Europea iba a hacer una presentación, con lo que el informático era imprescindible allí. Aparte de supervisar el proyector, discutir con el técnico del hotel cuando a 5 minutos de empezar el desayuno no había buena imagen y mover micros, desayunamos comida exquisita, mezcla de tailandesa y mediterránea, y refrescantes zumos tropicales.

El desayuno fue interesante: se trataron temas para incentivar la inversión en Tailandia, empresas españolas afincadas aquí contaron sus experiencias y se comentó el buen rendimiento de la mano de obra tailandesa. Fue cuando menos curioso estar en una reunión de jefes empresarios... El desayuno no se alargó más de las diez y cuarto porque el siguiente evento era a las once en un hotel que estaba en la otra punta de Bangkok, y a esa hora los atascos son horribles.

Evitamos la calle y rápidamente subimos al BTS (el tren aéreo) que nos llevó hasta el río y allí cogimos un barco hasta el hotel Oriental. Chorreando por los 32 grados y con la chaqueta del traje puesta para tapar la camisa, saludamos a la gente de la embajada, a la consejera, al agregado naval y Maite, su esposa, que estaban esperando en la puerta del hotel. Subí al salón principal y allí nos esperaba impacientes gente de la oficina y amigos para saber cómo había ido el desayuno de trabajo. Yo necesitaba líquidos pero no sé si por protocolo o por qué habían dejado de servir bebida media hora antes. Cagüendiorobako!

La cabalgata real apareció bastante puntual. El rey dio una charla de unos 2 minutos lleno de orgullo y satisfacción elogiando la presencia de tantos españoles en Tailandia, Myanmar, Laos y Camboya, países de los que se encarga la embajada de Bangkok. Y en cuanto acabó el corto discurso todos bajaron del escenario y se pusieron a saludar personalmente a los asistentes.



Reina, rey, Moratinos… todos se acercaban a chocarme la mano y conocer mi procedencia soriana (jaja, yo de la Rioja, yo de Zaragoza decían los siguientes). Según me han dicho, en este evento me captó alguna de las cámaras y las enchufaron en el telediario de TVE1. Con el ministro de exteriores comentamos un poco la situación de Palestina (ese Pablo-Gallego que le tiró de la lengua); me acordé de Albert y de sus interesantes posts de tertuliano político y corresponsal en Tel-Aviv.





Pero lo bueno duró poco. A la una nos llamó el enviado de eventos del Icex para tener una reunión muy importante en la oficina. A menos de 20 horas para nuestro evento no sabíamos todavía donde íbamos a celebrar la inauguración del foro empresarial. La expectativa de asistentes tailandeses había crecido mucho, y más aún después de que la televisión thai enchufara al rey de España en Bangkok. Finalmente decidimos ocupar dos salones del hotel y hacer el evento a lo grande, con las dificultades técnicas que implicaban y el riesgo de que la gente fallara y pareciera un evento con poco éxito.

La tarde fue frenética ultimando preparativos, corrigiendo listas y recolectando la información a llevarme al hotel ya que durante los días del foro empresarial habíamos alquilado una sala para utilizarla como secretaría. Cuando me fui de la oficina mis compañeros desgrapaban y grapaban los listados (200 copias) por tercera vez. El único minuto tranquilo que tuve aquella tarde fue en la furgoneta de camino al hotel y lo aproveché para comerme dos perritos calientes calentados en un microondas de un 7-eleven, evitando los lamparones de ketchup sobre el traje.

En el hotel revisé los equipos alquilados, instalé todo lo necesario en el pc de secretaría, comprobé el de la sala VIP (que se alquiló por si algún pez gordo necesitaba mirar el correo) y chequeé muy a conciencia los portátiles para asegurar que no saltara ningún popup erótico durante las conferencias. A las doce y media de la noche llegó el resto del equipo o-bangkok (Faustina, Chatuma, Teresita, Mayura, Kun Pepa, Pablo, Jander y Kun Chacks; nos faltaban Lili y Kun Nui, las esquiroles), con muchos papeles, carpetas y ganas de acabar cuanto antes. Sin embargo la cosa se veía que iba para largo, había mucho por hacer: acreditaciones, los listados de participantes parecían no cerrarse nunca, presidentes de mesa, metalillones...

Pepa y yo bajamos al Ballroom, el salón principal donde se celebraría la sesión plenaria del encuentro empresarial y que habíamos ampliado para acoger más de 300 personas. Probamos el proyector y nos desmotibamos: la pantalla enorme, el proyector se había colgado del techo a base de agujeraco nuevo, la imagen se veía doble, desenfocada, con las luces principales de la sala apuntando directamente a la pantalla y ni una miaja de luz extra sobre el podium. Y lo peor fué que a los diez minutos me quedé yo solo, escoltado por Pepa, con órdenes expresas de que al día siguiente tenía que estar todo el escenario perfecto: luces, audio, proyección, decorados… Los técnicos del hotel bufaban cada vez que les pedíamos un cambio en un foco, se quedaban sin batería en el elevador, de tanto mirar a las luces y el sueño nosotros lo veíamos ya todo borroso y no distinguíamos la calidad de imagen… ¡un puto desastre!. Pepa había currado previamente en la producción de eventos musicales y esa misma tarde pidió a sus excompañeros unas nociones básicas sobre luces; aunque para algunos los festivales musicales sean atípicos, poder hablar con gente que ha llevado luces en eventos tan importantes (Creamfields por ejemplo...) ayuda, la verdad. Gracias Pepa por pringarte conmigo en aquel marrón. Entre legañas nos curramos un esquema de luces que no podía fallar. Nos costó lo suyo convencer a los 5 tais de que a las 4 de la mañana tenían que mover 12 focos q estaban a unos 10 metros del suelo y que para cada uno tenían que bajar, mover y subir el elevador, y en algunos casos mover mesas que ya estaban preparadas. El resultado fue buenísimo, si nos sentábamos en la silla del Juancar se nos veía bien iluminados, el podium del conferenciante lo mismo y el proyector de lujo con esa pantalla tan hermosa. Incluso las pancartas azules que colgaban desde el techo (y quedaban horribles con el fondo verde oscuro) entonaban con el decorado gracias a nuestro juego de luces. Creo q las ganas de irnos a sobar ayudó a que lo viéramos todo (casi) perfecto.

Aunque los managers del hotel se resistían a concederla, conseguimos una habitación por la patilla para que alguno durmiéramos allí esa noche. Eran las cinco y algo cuando subimos y como los otros tres becarios estaban ya dormidos (habían subido como veinte minutos antes) cedí la media cama sobrante a Pepa y yo tiré un colchón al suelo; a cambio Pepa me arropó con un par de batines de seda viendo el frío aire acondicionado de la lujosa habitación. Buenas noches y hasta dentro de una hora...

... continuación

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24.2.06

El gato flores vuelta a la vida

Eran casi las dos de la tarde cuando el gato flores despertaba y volvía a la vida tras 14 horas durmiendo agotado por las 3 jornadas de eventos sucesivos y 3 semanas de curro infernal. "Nunca había estado tan cansado por motivos laborales" comentaba a su amigo Pablo Gallego en el BTS de camino a casa.

En sus declaraciones, el gato ha prometido dar detalles durante próxima semana de sus aventuras en eventos rodeado por reyes y ministros, así como hacer crítica desde bambalinas del encuentro empresarial. Por ahora no ha querido hacer ningún comentario sobre estos días porque sólo pensaba en la playa, donde se iba dentro de unas pocas horas.

Flores ha agradecido la atención prestada durante todos estos difíciles días y se ha despedido felicitando a todos los carnavales, especialmente a los celtíberos que este año no podrán contar con su presencia.

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21.2.06

Los reyes magos en Tailandia

A estas horas llegan los reyes magos a Bangkok en visita oficial, seguidos de una cabalgata de ministros, secretarios de estado y empresarios con ganas de avivar los negocios entre España y el Sudeste Asiático. Mientras mi jefa ha ido al aeropuerto a recibir al monarca, yo sigo entre mil papeles (parezco una secretaria) aquí en la oficina, en la que ya se ha convertido mi casa. Pero esta noche no duermo aquí, en unas horas voy al hotel donde se celebrará el encuentro empresarial que estamos preparando, a probar equipos informáticos, audio, luces, puesta en escena y recibir a los empresarios españoles.

Mañana empieza la agenda apretada (de eventos, porque apretada de cosas por hacerya está). Desayuno de trabajo con las empresas españolas, después recepción del Juancar a la comunidad española, y por la tarde a seguir currando para culminar (¿?) los preparativos del día siguiente, que es el día gordo para nosotros.

Aprovechando su visita, el jueves por la mañana el Juancar inaugurará el encuentro empresarial entre ministros españoles y tailandeses. Hace la del calamar y se esfuma para seguir de ruta por Tailandia mientras nosotros nos quedamos con los peces gordos que hablarán en seminarios paralelos sobre transporte, telecomunicaciones, agua, medioambiente, energías renovables, megaproyectos y otros asuntos donde pueden ganar unas perrillas más.

Muchas horas invertidas en esto... ya veremos como sale.
Aquí uno de los anuncios que enchufamos en la prensa tailandesa.




Os dejo, que toca seguir currando. Gracias gente por los ánimos del post anterior.

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16.2.06

Sin tiempo no soy nadie

Esta noche he chateado un rato con Aymar, uno de los antiguos compañeros de trabajo, uno de los que se fue antes de navidades. Y comentando nuestras actuales situaciones he echado la mirada atrás, a hace apenas 4 meses, cuando cogí este curro con la ilusión de poder vivir un año en un destino tan exótico como Bangkok. A cuando tenía la ilusión de descubrir cada día algo nuevo, de conocer a nueva gente, de disfrutar del tiempo y las nuevas experiencias. Mirando el blog me doy cuenta de todo lo que he viajado en unos pocos meses, todo lo que he aprendido de esta cultura y de esta gente. Qué viajes, improvisados o no, con compañía o en solitario, internacionales o por Tailandia. De verdad que ese tiempo, ahora mismo, me queda lejísisimos.

Mi vida en estas últimas semanas ha cambiado radicalmente. Si bien escribí hace no mucho que me gustaría aprovechar más el tiempo, ahora apenas lo tengo (lo que no significa que lo aproveche). Salgo de casa a eso de las 9 de la mañana y vuelvo de madrugada. Llevo varias semanas saliendo de la oficina cerca de las 12 de la noche, al igual que mis 10 compañeros. El backup diario toca la campana a medianoche y –¡gracias!- nos echa de la oficina; cenamos en algún restaurante cercano y paseo hasta casa para que me dé un poco el tórrido y contaminado aire de Bangkok. Algunos días me siento afortunado porque no me llevo trabajo para hacer en casa, con mi portátil, como hacen mis compañeros de oficina. Incluso en fin de semana toca pringar, media oficina trabajando y por supuesto problemas para el informático, menos mal que en esta ofcomes también hay backup sábados y domingos.

El tipo de trabajo ha cambiado, o bueno, ampliado; salvo que algo deje de funcionar (en estas semanas vpn, contivity, dns, mta...) ya casi no me dedico a sistemas informáticos, sino que mi labor se ha extendido al diseño gráfico, publicidad, maquetación, a la parte técnica de la organización y logística de eventos, imagen y sonido... todo ello, claro, sin dejar de lado el soporte a usuarios, que tiende a ser 24x7. Anoche las necesidades superiores me obligaron a cancelar la copia de seguridad con lo que hubo gente en la oficina hasta bien entrada la noche...

Menos mal que esta saturación de trabajo y este sinvivir tienen fecha de caducidad. En una semana espero que todo esto haya pasado; volveré a tener vida, posibilidad y ganas de disfrutar de mi tiempo, así como de dedicar un poco del mismo a todo lo que ahora tengo abandonado. Especialmente a vosotros, mi gente; y también a mi mochila, que noche tras noche la oigo gritar desde dentro del armario, pidiéndome que la vuelva a calzar y que la lleve de paseo a sitios tan emocionantes como hace unas semanas.

pd.- recién llegado a casa de la oficina.

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8.2.06

Pattaya

Después de dos semanas en Bangkok, altibajos de fuerzas, cansancio y saturación de curro, el finde necesitaba relax en algún sitio cercano. Pattaya es la ciudad costera más cercana a Bangkok, cada hora sale un autobús y te presentas en ella en un par de horas. Som y yo llegamos a eso de las once y media de la noche y aunque la ciudad estaba a tope no nos costó demasiado encontrar una habitación de hotel por unos 12 euros la noche, con todas las comodidades de un buen hotel y muy amplia. Bastante lujosa para lo que acostumbro en mis viajes.

Tras una cena tardía nos fuimos a pasear por la ciudad más viciosa de Tailandia. Cuando digo viciosa me refiero principalmente a la prostitución, que si bien es una profesión común en todas las ciudades del país, Pattaya presenta el mayor número de cabarets, garitos de striptease, bares de copas, lupanares y puterío de toda clase. Esto hace de Pattaya uno de los destinos más turísticos de Tailandia, eso sí, solicitado masificadamente por occidentales muy machos, o en menor medida por familias desconcertadas a las que les han metido con calzador en su paquete turístico una ciudad muy visitada y desestresante.

El sábado aproveché a dormir hasta tarde; me desperté al mediodía, desayunamos y cogimos un barco hasta Koh Lang, una pequeña isla que hay a unos pocos kilómetros de Pattaya.




El barquito tenía el suelo transparente para poder ver los corales y peces que hay por la zona y nos dejó en una playa que, aunque sembrada de tumbonas, sombrillas, chiringuitos y camareros, era bastante tranquila. Se notaba muchísimo que a sus espaldas había una isla muy pequeña y prácticamente inhabitada, y que los pocos humanos (casi todos occidentales) que estábamos en ella nos juntábamos en aquella costa. En otro estado de ánimo esa playa me no me habría gustado en absoluto, pero como lo que buscaba era relax decidí pillar una tumbona, una sombrilla, unas Shingas frescas de 0,6 l., una ensalada de marisco y olvidarme de mi alrededor con un libro, el sonido de las olas y una siesta mientras caía el sol y se hacía la hora de volver.

Desde el barco vimos una bonita puesta de sol.




Esta foto también tomada desde el barco... la riqueza antigua de Pattaya (pesca) sobrevive entre la riqueza actual del turismo.




Cena exquisita de comida thai en una terraza sobre el mar y a flipar de nuevo con el ambiente nocturno de Pattaya. ¡Madre mía! Garitos y más garitos muy amplios con barras americanas, bailarinas, mujeres con muy poca ropa que se te enganchan del brazo cada dos por tres, katoeis (travestis) logradísimos...




y como no podía faltar para acompañar a la profesión, miles de turistas que buscan el ocio sexual y el calor de Pattaya. Un abanico de machos que va desde jóvenes cachas tatuados con camisetas tipo ‘Sex instructor, first lesson free’ hasta viejos verdes en camiseta de tirantes o camisa florida que miraban por encima de las gafas a las jóvenes prostitutas.




Aquí, en Pattaya, es donde Tailandia se gana la no injustificada pero sí generalizada fama de paraíso sexual que no viene más que a referirse a la abundancia de prostitución. Cierto es que no es fácil ver en muchos sitios felaciones en pleno paseo marítimo, pero también es verdad que Pattaya no es ni por asomo la Tailandia que yo conocía hasta ahora y no es justo meter en el mismo saco todos los rincones de este maravilloso país, sus encantadoras mujeres y sus variopintos turistas.

El domingo fue otro día de perrear tirado en la playa. Todo el día en una tumbona, escuchando música del ipod de Som, charlando y leyendo. Antes de coger el autobús de vuelta a Bangkok cenamos en una marisquería: unas ostras enormes y buenísimas por un precio ridículo.

Fue un fin de semana de disfrutar los placeres de la vida, de descansar y relajar el estrés acumulado, de cargar pilas para esta dura semana que se avecinaba (y vaya si lo está siendo, llevo una media de salir a las 11 de la noche de la oficina) y de menear el bigote con la calidad de la comida de estas tierras. Un fin de semana que viendo la cantidad de curro que se avecina necesitaré de nuevo en breve, aunque probablemente el destino que elija sea otro.

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