31.1.06

Año nuevo chino

El sábado comenzó el nuevo año chino y como en Bangkok hay una comunidad china bastante grande también aquí se celebran actos y eventos.

El domingo, tras un par de horas en Chatuchak, paseando por el laberíntico mercado y comiendo con Marc, Mercé y Pepa, no seguí el impulso consumista de mis compañeros y me piré a Chinatown, el barrio donde, como su nombre indica, vive la gran comunidad china de Bangkok. Allí me encontré con una celebración muy popular y colorida.

Tras salir del metro, y siguiendo a Vicente, visité unos templos que tenían estatuas budistas tanto de estilos tailandeses como chinos. Mucho incienso, mucho rezo y mucha devoción.






Es curioso ver como pasan bolsos, carteras, billetes por las estatuas para que el dinero les llueva en el futuro.




Por otra parte los budistas donan dinero a los templos y a instituciones benéficas para que en las próximas vidas se les devuelva. Cuanto más donen más recibirán en sus próximas vidas. No comment.

También visité un templo chino, no sé exactamente la divinidad que adoraban, pero me impresionó la decoración exterior.






Nada más llegar a la puerta del barrio chino me encontré con un discurso del rey de Tailandia. Lo que le faltaba a la celebración para que fuera exageradamente masificada, ya que es impresionante la exagerada idolatría que tienen los tailandeses hacia su rey.

Muchísima seguridad, al rey apenas se le veía entre tanto policía que limpiaba las calles de gente y prohibían el uso de cámaras de fotos.




En cuanto pasó el rey la multitud ocupó la calle




y las aceras se ocuparon por puestos callejeros de comida. En el tiempo que llevo aquí había visto ya muchos, pero no con comida tan variada. Picoteé de todo:

Marisco, tapitas exóticas....




Algo de pato laqueado...




Y un postre que me habían recomendado, se llama Nam King, una especie de bola con el borde de arroz y rellena de frutos secos negros, todo bañado en sopa de jengibre.




Estaba cojonudo.
Y según caía la noche las decoraciones de los edificios llamaban mi atención. Estaba en otro Bangkok del que había conocido hasta ahora.













Conocí a unas shavalas majísimas que me ofrecieron cajas de azúcar afrodisíaco, empaquetadas en cajas de condones.




Y a última hora me reuní con unos amigos (Ean, Pepa, Marc, Mercé y Cristina). Cenamos marisquito y ensaladas thais (pet maâk) en uno de los puestos de la calle principal.




La verdad es q fue una tarde cojonuda, disfrutando de una celebración que desconocía por completo, meneando el bigote a todas horas. Por cierto, para el que no lo sepa, este es el nuevo año del perro.



Que lo disfrutéis!!

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29.1.06

Aprovechar el tiempo

Llevo algo de tiempo sin escribir, tiempo sin viajar, tiempo sin que me pase nada especial y, lo peor de todo, tiempo sin tener iniciativa. Pese a estar en un sitio que me sigue impresionando a diario, creo que estoy cayendo en la monotonía que tanto odio.

Si bien quería tomarme unas semanas de descanso, parar de viajar, ahorrar y patear Bangkok, veo que el tiempo que me queda estos días no lo estoy aprovechando y eso me jode. Cansancio, pereza, y bastante trabajo.

El curro que se avecina en la oficina es acojonante. La inminente visita del juancar a Tailandia amenaza con escupir curro en campos insospechados. Sin embargo lo tomo con la alegría de hacer cosas nuevas y diferentes ya que este trabajo hace tiempo que ha dejado de ser atractivo, y si bien hasta ahora he estado bastante liado la ocupación ha sido en labores poco estimulantes.

No quiero que penséis que la vida que tengo aquí no es buena; más bien todo lo contrario. Bangkok está lleno de posibilidades y encantos y aquí vivo estupendamente. Sin embargo he bajado el ritmo de aprovechar mi estancia aquí y me gustaría volverlo a pillar haciendo algo que me llenara… algo que relaje mi obsesión de aprovechar el tiempo.

La semana pasada me dio un arrebato de buscar cosas para hacer, cursos, certificaciones, deportes, cultura, idiomas, hobbies… pero el tema lo dejé flotando en agua de borrajas y esta semana no he tenido tiempo para seguir con la búsqueda. Aunque tengo unas cuantas cosas pensadas os pido, estimados y queridos lectores, que me aconsejéis, que me digáis cosillas que os gustaría hacer o que hacéis en vuestro tiempo libre. Seguro que hay algún hobby que no había pensado, que suena interesante y que es factible en Bangkok.

Gracias por los comentarios peña.

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20.1.06

Cumpleaños de Pepa

Hace una semana fue el cumpleaños de Pepa, mi compañera de curro. Como su día pasó desapercibido y no lo celebramos en condiciones, durante el viaje del pasado finde (Koh Phangan, Full Moon Party) decidimos prepararle una fiesta sorpresa durante esta semana en su casa.

El lunes me encargué de conseguir sus llaves; le vendí la moto diciendo que era bueno que alguno de nosotros tuviéramos llaves de su casa, por si alguna vez se le olvidaban dentro o simplemente necesitábamos algo de su casa cuando ella estaba de viaje. Coló: el martes tenía las llaves de su choza, pobre ingenua.

El miércoles me fui a cenar con ella. Charla de amigos, analizando la situación de ambos, viendo presentes y futuros, y buscando la posibilidad de mejorar y aprovechar más, si cabe, nuestra estancia por aquí. Aunque en un principio cabía la posibilidad de ir a una sesión de Josh Wink, la charla, las birras y la cena a base de marisco nos hicieron perder las ganas y terminamos en su casa con más Shingas (cerveza tailandesa a la que soy adicto), escuchando buena música (Pepa tiene buen gusto musical, la verdad, siempre orientado al Razzmatazz) y viendo y comentando fotos del pasado de ambos [*1]. Me quedé a dormir allí sabiendo que al día siguiente a primera hora ella tenía una reunión fuera de la oficina, lo que me daba la posibilidad de quedarme un ratito más sobando en su casa. La verdad es que esta parte de la organización de la fiesta no estaba planeada, pero cuadraba perfectamente para avisar a su asistenta, que normalmente limpia su casa los jueves, para que volviera al día siguiente.

Durante el día nos cruzámos un montón de emails para organizar las cosas entre Pablo (mi otro compañero de curro, taninonino productions), resto de gente invitada y yo. Casi todos en las narices de Pepa que con sus auriculares no se percataba de tanto pitido de correo y conversaciones en clave. Al acabar la jornada yo me fui de la oficina diciendo que había quedado con unas shavalas, a lo que Pepa me miró con cara de 'vale, no cuento contigo para ningún plan esta noche' mientras ella se quedaba pringando en la oficina escoltada por Pablo. Realmente había quedado con Laura, mañica fiestera que curra en el banco mundial, para comprar bebida, picoteo, tarta y algo de decoración. Show para conseguir transporte y llevar tanta bolsa ya que tanto los taxis como los tuk-tuks pasaban de nosotros por el tráfico que había a esas horas en Sukhumvit.

Llegamos a casa de Pepa, encendimos su portatil, conecté mis altavoces, puse un poco de música y empezamos a preparar la fiesta; bebida al frigo, mover muebles para dejar hueco a los invitados, poner la comida en platos e hinchar los 100 globos mientras venían los invitados. En la foto: Pablo-banco-mundial (leon choro dealer) y una amiga, Cayetano (especializado en dietas mitad vaca mitad persona), Manu (que se coló de edificio y resolvió porque Pepa no podía vivir junto a la policía turística de bkk), Laura-fiestera (que había comprado conmigo), Laura-viajes (puntualísima, como siempre) y Tamariz (que raro no había pillado atasco en su transporte no-público).



Vimos que, pese a lo que habíamos comprado, y las exquisitas tortillas de patata que trajo Tamariz (dale las gracias a tu madre, que sabemos que tú no cocinas), la comida se quedaba corta para bocas tan hambrientas con lo que decidimos encargar alguna pizza.

Estos días en la oficina se trabaja a tope y sabíamos que Pepa quería quedarse currando hasta las 8 y media. Sin embargo los agujeros de seguridad de Güindows[*2] hicieron que a eso de las 7 y media se le reinciara el ordenador y le diera la rayada de mandar todo a tomar por culo y querer irse a casa. Rápidamente Pablo nos llamó: ¡Oye que va para allá!, pero esto no podía ser, estábamos todavía preparando las cosas y nos iba a pillar en bragas. Avisamos a Charito (pese a su nombre es thai), para que llamara a Pepa y contarle sus falsos problemones: Charito estaba deprimida, el trabajo le iba muy mal y necesitaba desahogarse con Pepa tomando una cerveza mientras la entretenía hasta la hora que habíamos fijado.

Terminaron de llegar los primeros invitados, mis compañeros Pablo (taninonino) y Cristina (recién incorporada de la cámara de Madrid), mientras se acercaba el momento. Por fin recibimos la llamada de Charito avisándonos de que se le habían terminado las penas a contar y que en diez minutos estarían en casa. Nos colocamos todos en el recibidor, apagamos las luces y con mucha tensión y silencio contenido esperamos a que se oyeran pasos fuera. Tenían que estar al llegar y efectívamente oímos el ascensor, alguien fuera se acerca a la puerta; Pablo miraba por la mirilla: ¡Joder!, no eran ellas; era el pizzero que casualmente traía la pizza en el momento de la sorpresa. Rápidamente Pablo abrió la puerta, le cogió del brazo y lo metió dentro de casa. Jajajaja, que pobre pizzero, su cara fue un poema. Sin comerlo ni beberlo le meten en una casa con las luces apagadas, petada de farangs (guiris) que clavan la mirada en él y sin entender nada de inglés nos deja las pizzas, pilla la pasta y patada rápida en el culo para que no nos jodiera la sorpresa. Leu leu (rápido, rapido, lárgate)

Tras la falsa alarma, de nuevo se oye gente fuera. Charito viene dando gritos de aviso, estas sí que eran ellas. Pepa abre la puerta y ¡¡SORPRESA!!.



Vaya careto, jajaja. Y es que tiene que ser la hostia entrar a tu casa, dar la luz y ver mogollón de peña apuntándote con las cámaras, el suelo petado de globos, tu casa que ha perdido tu toque con los armarios movidos y la juerga preparada sin haberlo comido ni bebido. Pepa tardó un ratito en asimilarlo, se cambió de ropa y se puso en el papel obligado de anfitriona de fiesta; papel que no llevó nada mal durante el resto de la noche.

Durante la fiesta se sucedieron nuevas sorpresas: un regalo de cumpleaños con mucho amor (un tostador superretro que marcaba las tostadas con corazoncitos y I-love-yous), regalo casero de la madre de Tamariz (unas lentejas tan buenas como las que preparó para la cena mi cumpleaños) y la clásica tarta de cumpleaños con velas encendidas y luces apagada. Empezó a llegar más gente, Paul, Ean, compañeros de la oficina, la consejera y una de las administrativos thais que venía con ganas de hacerle una actuación a ritmo de salsa. Teresita nos dejó boquiabiertos, joder como bailaban tanto ella como su compañera, en vez de thais parecían sudamericanas.



Paul también nos dejó claro que sus orígenes ingleses se podían camuflar con ritmo sabrosón, saltó a la pista de baile y se turnó varias veces de compañera salsera llegando a la altura de las thais.



Vaya ritmo que le dísteis a la fiesta, y pena que Teresita y su compañera se fueron tan pronto. Ohhh, tamgan...!

Con el alcohol la juerga fue cogiendo color, bailes, vaciles, fotos comprometedoras, risas, reminiscencias del pan de ajo de la cena, peticiones musicales... el alcohol se acaba: se baja a por más (Tailandia está plagado de 7-eleven). El piso de Pepa es ideal para las fiestas, bastante grande (es de las pocas que tienen separada la habitación del resto de la casa), con una terraza perfecta y una piscina cojonuda que usaremos en la siguiente juerga.

No nos fuimos de su casa sin quitarle algo de trabajo del día siguiente a la asistenta, mientras apurábamos a poner temas míticos en el portátil. De ahí fuimos al Blur, un garito muy thai (nuestro suele ser el único farang) y que ya es mítico en nuestras salidas por Bangkok. Más bailes, más charlas e incursiones en la sociedad juvenil tailandesa, que encuentras superabierta a conocer extranjeros sobretodo cuando están haciendo botellón (a base de buenos whiskies) dentro de una discoteca.

Últimamente, desde unas semanas antes de que se fuera parte del grupo BKK05[*3], este garito lo chapan pronto. A las 2 nos largaron. Buscamos refugio en el soi 4 sin éxito, también chapado, y acabamos Paul, Tamariz (sí, habéis leido bien, más tarde de las 2) y yo en la terraza del soi 1. Terminamos la noche allí, charlando en inglés rodeados de ambiente del Bangkok nocturno.

Como conclusión a la noche decir que disfruté muchísimo, tanto preparando las cosas como en la fiesta. Con gente tan cojonuda las cosas suelen salir bien. Una noche memorable entre las juergas en Bangkok.

pd.- como viene siendo costumbre... fotos próximamente.


[*1].- Cúantos recuerdos, juergas y momentos celtíberos y cerbuneros; viajes y salidas a la montaña... Qué grande tener aquí todas estas fotos!! Por cierto, impresionante cuando Pepa me dijo... este chico es muy amigo tuyo no? sale en todas las fotos. Maldita chapuza!!
[*2].- [warning: friky comment] El equipo, recién reinstalado, no me dejó actualizar todos los parches, se infectó del Sasser, y por fin hoy he conseguido ponerle el sp4.
[*3].- Jaimar, Pelayo, Nacho y Marriona: se os echó de menos, seguro que esta noche la habríais disfrutado tanto como yo. Espero que os vaya de puta madre allá por donde andéis y nos veamos pronto.

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13.1.06

Un trimestre por estas tierras

Bueno, pues volvemos a hacer resumen. Un trimestre cumplido en Bangkok con mogollón de aventuras vividas y [muchas] contadas por aquí.

Tres mesecitos en los que he viajado a saco parando en Bangkok el mínimo número de findes y cogiendo aviones casi todos los viernes y domingos. Viajes nacionales a algunos de los encantos de Tailandia (Chiang Mai, Phuket), y otros internacionales poniendo el pie en la mayoría de países del sudeste asiático: Myanmar, Laos, Camboya, Vietnam, Malasia, Indonesia. En algunos de ellos el tiempo ha sido muy insuficiente y me encantaría volver durante mi estancia en Tailandia…

Si tengo que recalcar algo de esta zona del mundo es la facilidad para viajar y profundizar en ella teniendo una cultura muy diferente: los precios tan bajos, la nula peligrosidad (exceptuando algunas zonas claro), la amabilidad, bondad y sinceridad de la [mayoría de la] gente, la cantidad de guest houses… normal que esta tierra sea el paraíso de los mochileros. Gracias a sus buenas comunicaciones con el resto del planeta, muchos trotamundos usan Bangkok como puerta del sudeste asiático, se patean estos países durante varios meses, y vuelven a la capital tailandesa (normalmente en Kao San Road contando aventuras a los recién llegados) para regresar a sus tierras. Un plan más que apetecible. Soy consciente de la suerte que tengo trabajando y viviendo en esta ciudad, pero no sabéis la envidia que da conocer el ritmo relajado de los viajeros que me he encontrado en mis salidas; el dolor de hacer los viajes a contrarreloj, entrar en un país (pagando los 30$ de visado) sabiendo que en dos días estás fuera... Qué duro se hace no tener las vacaciones de un currante occidental, sobre todo cuando tienes tanto nuevo e interesante por ver a tu alrededor. Sé que son quejas difíciles de entender, pero seguro que mis compañeros las comparten.

Después de este domingo de luna llena toca centrarme en Bangkok, que con tanto viaje lo tengo un tanto desconocido y abandonado; entre semana apenas me da tiempo a patearlo y esta ciudad tiene muchos rincones y actividades que atraen. Además así ahorraré, que falta me hace.

Han sido tres meses lejos de la familia y amigos. Nunca había estado tan lejos, ni tanto tiempo seguido; ni había pasado unas navidades fuera de casa. Agradezco muchíisimo los regalos que me han llegado: postales, correos, fotografías, llamadas…. Se enternece el corazón al saber que os habéis acordado de mí y esos detalles son preciosos estando en la otra punta del planeta. Me habéis sacado a la vez sonrisas y lágrimas. Gracias gente.

No quiero cerrar el post sin daros las gracias a todos por vuestros comentarios sobre el blog: no sabéis hasta que punto me llenan de satisfacción. No es fácil encontrar hueco para escribir tanta parrafada, y subir las fotos con las conexiones que hay por aquí se hace eterno. Sin embargo con vuestras palabras me animáis a que el blog del gato flores siga activo, a que, como me dijo mi amiga Vir, el tío viajero de los Fraguel os siga mandando cartas desde allá donde va.

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10.1.06

Laos en reyes

Otro viaje improvisado. Bajé a la estación de trenes de Bangkok y ví que había un tren nocturno que saliendo a las 7 de la tarde te dejaba a las 8 de la mañana en Non Khai, la ciudad tailandesa que hace frontera con Laos al Noreste.

Nunca había cogido un tren-cama. Desde hace muchos años RENFE ha ido abandonado a la provincia de Soria y la única línea que tenemos es con Madrid. Además en España los trenes entre capitales suelen ser más caros [*1] que los autobuses así que las palizas peninsulares me las he metido siempre en autobús [*2]. Esta vez por fin iba a cambiar, coger un tren nocturno en Tailandia, yo solo, daba un montón de ingredientes al viaje para que supiera bastante a aventura, libertad, exotismo y también misterio.



El viaje en tren efectivamente fue fabuloso. Había gente que a las 9 estaba ya durmiendo, y uno de ellos fue mi compañero de compartimento, con lo que me obligó a subirme a mi cama que estaba en la litera superior. Allí estuve leyendo un rato la guía para ponerme al día del país, mientras poco a poco entablaba relación con un viejete estadounidense que iba a hacer un viaje por Laos mucho más largo que el mío pero también sin preparar. Durante la noche leí que a unos 150 kilómetros al Norte de Vientiane había una ciudad que destacaba por su posibilidad de actividades montañeras a la vez que por su turismo mochilero. Sobre la 1 me entró sueño, apagué la luz y pensé: que maravilla el poder dormir, bien estirado, mientras te llevan a donde tú quieres.

Llegamos con algo de retraso a Non Khai y me fui en tuk-tuk con el viejete hasta el Puente de la Amistad, que hace de frontera entre Laos y Tailandia sobre el río Mekong. Otra vez ‘Visa On Arrival’ (30$ y una foto) y con ésta completaba mi entrada en todos los países fronterizos con Tailandia (Myanmar, Laos, Camboya y Malasia) en justamente 3 meses. Desde allí de nuevo tuk-tuk para salvar los 20 kilómetros que hay hasta la capital laosiana.

En Vientiane apenas me detuve. Me despedí del viejete y fui directamente a la estación de autobuses para coger el primero que fuera a Van Vieng. Todavía quedaba hora y media para que el bus partiera y sorprendentemente ya había gente montada, por el suelo bolsas con todo tipo de vegetales y en la baca paquetes enormes. No quería quedarme sin asiento así que esperé allí hasta que el bus saliera. Los olores a ajo y cilantro eran impresionantes, la gente había bajado a la capital a comprar y se subía a sus lugares con todo el material posible para después venderlo.



Justo antes de partir se subió un farang (guiri) al autobús y me pidió compartir asiento. El chaval era canadiense y desde ese momento se iba a convertir en mi compañero de aquel viaje. ¡Y qué compañero! Alex llevaba 11 meses fuera de casa, había trabajado varios meses en Europa y viajado con la mochila desde Marruecos hasta Alemania, escala de un mes en Turquía para recorrerse después el sudeste asiático. Su viaje terminaba con un vuelo a casa desde Hong Kong justo un año después de volar Québec-Bruselas sin más plan en la cabeza que estar un año en el mundo. Aquellos que os gusta viajar no me digáis que no os da envidia…

El autobús tardó en hacer los 150 kilómetros unas 4 horas y media, parando varias veces a arreglar algún chisme en los bajos mientras yo aprovechaba a hacer unas fotos...




Y por fin vimos Van Vieng, una ciudad de unos 20.000 habitantes que se encuentra en la falda de un terreno kárstico, con lo que las actividades de aventura estaban aseguradas.



Encontramos una guest house por 2$ la habitación doble y nos fuimos a pasear por la ciudad. Aquello era el Kao San Road [*3] de Laos: por todas partes mochileros, bares con billares y música occidental, cibercafés y empresas de aventura. Echamos una BeerLao (buenísima) y me sorprendí de las especialidades tan narcóticas que había en la carta: happy pizzas (con psilocibes), special shake (con chocolate) y té estilo Mr. O (con opio). La oferta estaba ahí, en las cartas y en las paredes de todos los bares, sin esconderlo. Se notaba que Laos era uno de los principales exportadores de opio y marihuana. Sin embargo el consumo de drogas en Laos está prohibido, y son comunes las redadas de policías para sacar los cuartos a algún farang despistado; cuartos que por supuesto se queda el policía. Ya nos explicaron que ni la zona del río, pese a su lejanía, era segura para fumar maría, ya que se habían dado casos de policías que bajan nadando por el río y detienen infraganti a los guiris.

Esa noche cena laosiana: làap múu, plato típico que mezcla carne de cerdo con menta, cilantro y chili. Exquisito.

Al día siguiente contratamos un paquete de aventura. Primero, visita a unas cuevas, una de ellas inundada y que había que recorrer con flotadores. Digamos que fue una actividad bonita, por que la cueva estaba bien, pero que, después de haber hecho espeleo en España [*4], no me satisfizo demasiado. Después comida local cojonuda y a hacer la digestión mientras bajaba el río en K1. Lo mejor fue algún rápido que le dio un poco de riesgo al asunto y sobre todo el pararnos en un bar de la orilla a beber una buena BeerLao fresca mientras hacíamos tirolina y trapecio a unos 10 metros del agua.

Como hicimos buenas migas con las mochileras europeas, la mayoría solitarias, que pillaron con nosotros el paquete de aventura, quedamos a cenar todos juntos. Ahí me afloró una sensación muy curiosa: estaba entre conocidos de un día, de procedencias muy distintas, pasados diferentes y planes muy variados, y todos compartíamos la cultura occidental y el querer conocer el mundo gastando el mínimo dinero. Yo envidiaba el ritmo relajado de sus viajes, y ellos envidiaban que pudiera estar ganando dinero en una ciudad con tantas posibilidades de viajar como Bangkok. Ahí estábamos los 6, en Laos, compartiendo unas buenas cervecitas, unas pizzas y yendo después a visitar una zona de garitos chulísima donde el chillout, las terrazas sobre el río, las hogueras y los dueños tan agradables ponían una atmósfera perfecta para la relajación (y el fumeteo). Van Vieng es el paraíso laosiano para los mochileros occidentales.

Al día siguiente despedida de Alex y vuelta a Vientiane. Como mi tren de vuelta no salía hasta las 7 de la tarde aproveché a ver la ciudad. Pese a la pobreza del país la capital muestra perfectamente señas de su pasado (colonialismo francés y comunismo) y su actual situación de apertura al capitalismo. Me quedé con la limpieza, anchura y orden en las calles, y sobre todo con la tranquilidad y silencio que no sientes en ninguna otra capital del sudeste asiático.






La vuelta a Tailandia me regaló una puesta de sol sobre el Mekong, justo desde el ‘Puente de la Amistad’ entre Laos y Tailandia, en zona internacional, sobre un río cargadísimo de historias. Y con lo que a mi me gustan los ríos...



Y en el tren una excursión de universitarios laosianos me pillaron por banda a inflarme de nuevo a BeerLao, a cantar con ellos, entre otras, canciones de la Creedence [*5], a echarles algún tema ibérico en la guitarra [*6] y levantarme con resaca a mi llegada a Bangkok a las 8 de la mañana.



Y de ahí directo a la oficina, ya era lunes y había que currar.

La cantidad de selva montañosa (sólo el 4% del territorio está cultivado) y el todavía incipiente turismo hace de Laos un país impresionante para visitar. Pasarte un mes recorriéndolo de Norte a Sur, bajar el Mekong hasta la entrada de Camboya, flipar con su ritmo de vida lento y sin prisas, y disfrutar de la gente tan agradable... es un país que está en otro tiempo y va a otra velocidad, pero que se le ve que hace el esfuerzo de abrirse al resto de países de la zona. En unos años seguro que no es lo mismo.



Por si no se puede leer ahí va la amenaza de cambio: Talat Sao Shopping Mall: Limited shop units left! To avoid disappointment BOOK NOW!


[*1]. Bueno, para ir a Briones mejor el tren. Menudas fiestas gran amigo samuraaaii: esguinces de ilusión, Margas 2, bodegas cojonudas, miles de birras naosianas y todo riquísimo. Como disfruté esas juergas.
[*2]. Teledu, el rey de los autobuses. No sé por qué me ha venido a la memoria el primer viaje a Granada, al espárrago, que bajamos juntos desde Zgz. Ve mirando billetes tío que esto te va a flipar.
[*3]. Es la calle por excelencia de los mochileros en Bangkok, punto de encuentro de todos los viajeros del sudeste asiático.
[*4]. Que buena aquella excursión a Calcena, jajajaja, Kismo tío que paciencia tenías.
[*5]. Jodeeeer Javieeeeer, siempre que escucho la Creedence me acuerdo de ti. Ya me puedes cuidar el vinilo q tengo en el txirin, que los tecnócratas no lo usen para escrachear!
[*6]. Pelillos y Jono, no os imagináis lo bien q me salió el Gato Montés.

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3.1.06

Camboya en año nuevo

Este viaje no me dió tiempo a prepararlo apenas. Mi cabeza se había centrado en Indonesia y hasta que no volví de allí no me di cuenta de que nochevieja se acercaba y no tenía ningún plan fijo. Sabía que iba a ser una nochevieja muy diferente y no me importaba que no hubiera fiesta, si tenía que pasarla perdido en algún poblado de la selva con tribus shan o en alguna guest house de una ciudad cercana charlando con mochileros que viajan a su bola.

Sin embargo los planes se encauzaron a última hora. Pepa, mi compañera de curro, había conseguido información de un evento que sonaba muy bien pero con un acceso bastante complicado. Junto con Nadia y Carlos, becarios de Ho Chi Minh, habían perfilado un plan al que le colgaban flecos aventureros y que sonaba bastante agotador después de mi inminente recuperación de Indonesia. Pero qué cojones, que hay que aprovechar el momento, disfrutar a tope, y no dejar nada para mañana si lo puedes hacer hoy. Así que a un día de nochevieja, y habiendo volado dos días antes, me compré billetes a Phnon Penh.

El paseo hasta la fiesta

Nunca me había levantado el último día del año a las 4 y media de la madrugada. A las 8 de la mañana estaba ya en Phnon Penh, la capital camboyana. Carlos y Nadia ya habían conseguido un coche-taxi que nos llevaría en dos horas y media, por una carretera ‘buena’, a Kampot, la ciudad en sur del país donde vivían los contactos que nos iban a llevar a la fiesta.




Tras comer en Kampot íbamos a entrar en el parque nacional de Bokor por un camino exclusivo para vehículos altos. En la parte de atrás de nuestro pickup 4x4 nos montamos nosotros 4, un par de franceses de estilo clásico francés, una chica con rastas rojas supersonriente, un punky con una gorra en la que se leía ‘speed is good’, un chaval de la peca irlandés con pelo-percha-gafa-dos-posiciones y un australiano que me recordaba muchísimo al Guille del Street Fighter.





Tres horitas de botes agotadores en la caja del pickup adentrándonos en la selva, paradas intermitentes para ayudar a otros 4x4 a salir de baches y flipando con la exuberante vegetación.




A la caída del sol llegamos a nuestro destino: un casino abandonado en lo alto de una colina, en un mirador sobre el resto del parque nacional, una casa enorme en mitad de la jungla que desde la época colonial francesa no había tenido más uso que las anuales raves de fin de año. ¿Quién da más para una nochevieja diferente? [*1]





La juerga

Aquella fiesta tenía una pinta buenísima; cuando llegamos nosotros ya había como unas 300 personas, locales y guiris, bebiendo, montando jarana...




…. y cenando can en los alrededores.




Bajamos nuestras mochilas a la guest house que estaban construyendo a 10 minutos de pateo y las dejamos junto a las improvisadas tumbonas en una habitación compartida por guiris de todas las nacionalidades.

Subimos a la juerga con nuestra bebida y no tuvimos ningún problema para meterla dentro del casino. La sala principal era bastante grande, con música, djs, barras de bebida y comida. La música era muy mezclada, muchos toques de música negra, hip hop, funky, drum & bass, mezclados con temas dance y house. La verdad es que durante la noche no me fijé demasiado en la música; la vista ocupaba toda mi atención, era todo tan diferente, mezcla de gente camboyana, principalmente de Kampot, y guiris fiesteros, en una casa que se caía a pedazos y donde se olía muy buen ambiente tanto dentro como fuera del casino.

La fiesta iba viento en popa, bailando mucho y gozándola a tope. Sin embargo, sabios consejos de Carlos, había que tener en la cabeza que estábamos en un país muy diferente a los que conocemos. A ninguno se nos podía ir la bola de meternos ni por asomo en un follón por un mal empujón o salir a dar un paseo por los alrededores del parking del casino. Camboya ha estado muchísimo tiempo bajo la represión del régimen del Khmer Rouge y en continuas guerras civiles y con los países vecinos, con lo que la herencia actual de armas y minas repartidas por todos los campos del país es bestial. Bien pudimos comprobar en la fiesta que hay jóvenes camboyanos que llevan pistola y no dudan en usarla; son cosas que cuando ocurren a 50 metros de ti te acojonan, te hacen recapacitar y por supuesto te cortan el pedo.

Pero la fiesta seguía y había que entrar en el año con buen ánimo. A diez minutos de las 12 nos pusimos una alarma, fuimos a pedir unos cubatas y sacamos las uvas que había comprado Pepa a 10$ el kilo. La música se paró y los djs gritaron ‘happy new year!!’, nosotros nos pusimos de acuerdo para darnos las campanadas y jalarnos las uvas de comienzo del 2006 allí, en la barra de una rave en mitad de la jungla Camboyana.

La juerga siguió con más ánimo aún. Fuera empezó a llover y la mayoría de la gente entró al salón principal del casino. Los paseos de tomar el aíre en el parking se sustituyeron por pillar la linterna y buscar huecos nuevos dentro de la casa. En según que sitios surgía el acojone de explorador en casa abandonada, salas donde sólo veías gente durmiendo entre las sombras y ladrillos caídos, orientación tocada por el alcohol y escaleras que te llevaban a la terraza o al tejado.

En una de las habitaciones encontré un grupo de shavales camboyanos, de unos 17-19 años que estaban encendiendo una hoguera para pasar allí la noche, sentados y apretujados como podían. Tuve una conversación muy agradable con ellos, aprendiendo mucho sobre la fiesta, la vida camboyana y echando unas risas de borracho juvenil. Jeje.

La juerga tocaba a su fin, magias finales, cánticos sin acompañante por el camino y a dormir.

La vuelta

Al día siguiente la vuelta por el camino de baches hasta Kampot fue un infierno, y de ahí la vuelta a Phnon Penh helador por el puto aire acondicionado. Esa noche sobar en un antro y despedida de mis compañeros que volvían en coche cruzando Camboya y Tailandia para coger un avión a media tarde desde Bangkok a Myanmar. Yo en cambio prefería volver en avión y aprovechar el lunes para ver Phnon Penh.

Phnon Penh

Después de tanta juerga de fin de año había que aprovechar el viaje y currarse el rollo cultural y turístico en Camboya; y tenía un día entero para conocer su capital.

La historia del siglo XX de Camboya es muy cruel y sanguinaria. Tras la independencia de Francia con una monarquía turbia y coincidiendo con el final de la guerra de Vietnam, un grupo de insurgentes indígenas de la etnia Khmer tomó el poder y instauró el régimen del Khmer Rouge cuyo objetivo inicial fue reconstruir la sociedad y economía camboyana desde cero, moviendo a toda la gente apta a los campos de cultivo a trabajar 12 y 15 horas diarias y exterminando al resto de la población. Si a este régimen le añadimos bombardeos masificados por las tropas norteamericanas y guerras continuas en las fronteras con Vietnam y Tailandia, queda un país de 14 millones de personas tremendamente pobre y con secuelas que sólo el futuro, de la mano del resto de países, podrá reparar.


No hay nada mejor para ponerte en la cruel época del Khmer Rouge que visitar los campos de exterminio de Choeung Ek o el museo Tuol Sleng, una escuela convertida en prisión de tortura y exterminio.




La capital es un reflejo claro de la historia camboyana. Sus calles nuevas bien organizadas para alojar de nuevo al mundo rural y su pobreza extrema se mezclan con templos centenarios y palacios exageradamente lustrosos. Mucha diferencia de clases sociales, muchísima mendicidad y mutilación.




Curiosa cabina de teléfono y gasolinera...




El estado actual es democrático pero si hablas con la gente te comenta ciertos hechos que distan mucho de una democracia real, el encarcelamiento de políticos por el mero hecho de denunciar al gobierno, o la enorme corrupción, son problemas que dificultan el avance de un país tan pobre. Camboya merece una observación y ayuda continua desde el resto de países.


El viaje por Camboya se acababa, el martes a primera hora cogí un avión de vuelta a Bangkok para ir directo a la oficina. Algo cansado pero contento por haber pasado la nochevieja en un sitio tan memorable.

pd.- de la fiesta no tengo ninguna foto, las cámaras que llevábamos son de mis compañeros y están ahora mismo en algún sitio de Myanmar, pero ya pondré ya.


[*1].- Celtíberos!! ya me han llegado rumores del brindis a mi salud. Q grandes sois!! Bueno pues ya sabeis, año nuevo viaje nuevo, voy preparando vuestra ruta. Y contadme que tal fue la juerga en el txirin.

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