21.9.06

Golpe de estado, miércoles por la tarde

Ayer por la tarde fue de locos, se notaba que coincidíamos con el horario laboral español. Muchas llamadas de turistas necesitando consejo y otras interesándose por nuestro estado. Las líneas de teléfono, nuestros móviles y los clientes de correo echando humo.

Mientras, nosotros intentábamos informarnos de la última actualidad vía Internet para así poder atender a la prensa que se ponía en contacto con nosotros, tanto a nivel de Oficina Comercial Española como a nivel personal.

Normalmente el horario laboral de nuestra oficina termina a las cinco de la tarde pero a la asistenta de limpieza, contratada externamente, le dieron permiso para irse antes. A la vez, familiares del personal fijo de nuestra oficina, llamaban para intentar que el volvieran antes a casa. Se oían rumores de que las tropas del ejército pro-Thaksin se sublevarían por la noche y a partir de las seis habría revueltas. Esto, confirmado con noticias de los medios locales de que se habían visto quince tanques viajando hacia Bangkok, nos alarmó.

En quince minutos estábamos saliendo de la oficina, todavía colgados a los móviles respondiendo llamadas de periodistas.

Sin embargo en la calle todo seguía pareciendo tranquilo. Demasiado tranquilo. Asoke vacío como nunca a las seis de la tarde, Sukhumvit sin turistas, únicamente con los puestos de comida y souvernirs cuyos dueños viven de las ventas diarias.

Cualquier otro día estas calles a las 6 de la tarde están atascadíiisimas...









Era curioso, daba la sensación de ser una situación pseudo-apocalíptica. La gente que lo necesitaba hacía su vida normal y la que no permanecía cerrada en sus casas.

Seguimos andando hasta el cruce de Nana pero apenas vimos una pareja de soldados. La curiosidad nos mataba y en nuestro barrio todo parecía tranquilo así que Pepa y yo decidimos afrontar el miedo yendo a la zona caliente.

Buscamos un tuktuk y le dijimos – llévanos a los tanques -.
Claro, el conductor se quedó flipado, primero por lo que queríamos y segundo porque no le regateamos ni un solo Baht.



Según avanzábamos hacia la zona caliente cada vez veíamos más soldados, mas patrullas de policía y coches militares. En alguno de los semáforos una mirada cómplice me autorizó sacarle una foto.



Según nos acercábamos a la zona de ministerios nos asegurábamos de que tampoco estuviéramos haciendo ninguna locura. Seguía habiendo coches a nuestra vista y puestos callejeros, tais que seguían haciendo su vida corriente entre patrullas de control. Incluso vimos niños jugando a la comba junto a uno de los furgones militares.

El tío nos llevó directamente al ajo, al ministerio presidencial, sitiado por unos 10 tanques y varias barreras de control. Cuando llegamos salían unos militares, con la cabeza bien alta, que recibieron un sonado aplauso. Posiblemente alguno de los jefazos del golpe de estado.

La barrera para acceder a los aledaños del palacio estaba custodiada por varios soldados que Pepa se encargó de camelar...



La verdad es que los militares estaban muy receptivos, nos dejaron hacernos fotos con ellos, con los tanques y nos reían nuestras gracias de farang (guiri) que quiere fotos...









Nos volvimos para casa pensando en lo curioso de este golpe de estado. Carente de violencia, tranquilidad en las calles y los thais que han respondido al mismo como si ya lo esperaran desde hacía tiempo, como si fuera necesario.

Poco más tarde nos enteramos de que las tropas que viajaban hacia Bangkok eran del propio ejército golpista, lo cual nos tranquilizó. Aun así está claro que estamos en un periodo de excepción y no hay que bajar la guardia; cualquier revuelta puede cambiar las cosas de la noche a la mañana.

Ya en casa, reflexionamos sobre el poder de la desinformación y del miedo que conlleva. En tres horas habíamos pasado de recoger la oficina acojonados a estar hablando y fotografiándonos con unos militares en la zona más caliente del golpe de estado.

Después de un día de vacaciones generales hoy la vida ha vuelto a la normalidad. Es muy probable que sigan los tanques en el palacio ministerial pero en las calles vuelve a haber gente, Sukhumvit se ha vuelto a atascar de coches (ahora mismo Asoke la veo colapsada) y los tenderetes vuelven a estafar a los turistas que no han huido.

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Nota 1.- Si habeis seguido este blog durante el año entendereis que la situación en Tailandia ha cambiado radicalmente. Del paraiso al golpe de estado, que aunque ha sido tranquilo siempre inspira temor. Nunca he sido partidario ni de guerras ni de violencia y mis fotos con tanques y soldados son más por recuerdo de la vivencia personal que por apoyo al ejército o al golpe de estado. Que nadie las saque de contexto, por favor.

Nota 2.- Gracias a Manoli, ha salido un mejunje de declaraciones telefónicas mías, párrafos de este blog (un tanto pasados de hora-fecha) y otros datos en el periódico Norte de Castilla. Con alguna errata, pero bueno... está guay ver tu nombre en los medios. Gracias rubia (que conste que ella no es la redactora, si no lo habría hecho mucho mejor).

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20.9.06

Golpe de estado, a miércoles por la mañana

La situación a esta hora de la mañana (mediodía en Tailandia) sigue siendo tranquila y dudosa. No tenemos mucha información sobre lo que ha ocurrido en las últimas horas, las cadenas de noticias internacionales CNN y BBC están cortadas y las webs de los medios no se han actualizado mucho en las últimas horas.

Por lo que se ve por las calles la gente permanece en casa. Los comercios importantes, bancos, oficinas gubernamentales están cerradas. Por supuesto los vendedores de fruta, comida callejera, taxistas, moteros, dueños de tenderetes y resto de gente que vive al día ha salido a realizar su labor cotidiana.

Supongo que la situación por la zona del palacio ministerial sigue candente y sitiada por los tanques que vi ayer. El ejército se ha desplegado por la ciudad; compañeras mías, viniendo a la oficina, se han encontrado militares haciendo el servicio a pie en los cruces estratégicos por donde yo ayer pasé y no vi nada.

Sin embargo, hablando con la gente local, la sensación es bastante tranquila. Hay gente que el golpe de estado lo ve como una amenaza exclusiva hacia el exprimer ministro para evitar la corrupción en las próximas elecciones. Muy probablemente, si Thaksin vuelve a Tailandia (que todavía está dudoso) habrá más problemas. De todas maneras, que el ejército golpista haya jurado fidelidad al rey es una garantía de tranquilidad para el pueblo tailandés ya que confía en él con los ojos cerrados.

Yo ahora mismo estoy en la oficina. Probablemente esté aquí en mi horario laboral buscando toda la información posible. Intentaré manteneros informados.


Pd.- Las últimas noticias indican que el gobernador del banco de Tailandia acaba de aceptar ser primer ministro en funciones.

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Actualización a las 15h.
Según los medios locales, Thaksin se encuentra ya en Londres donde se reunirá con el resto de su familia. Por ahora parece que no viene a Tailandia.

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Noticia de golpe de estado en Tailandia

Las 10 de la noche. Una llamada me ha sorprendido en mitad de Kao San Road, la zona más guiri de Bangkok: un golpe de estado militar contra el primer ministro Thaksin Shinawatra.

¡¡Cuidado que los militares han sacado tanques!!

A los pocos minutos se ha puesto a llover con la consiguiente desaparción de la gente de la calle. A los veinte minutos la gente recibía llamadas y abandonaba los bares. La palabra más oída era tanks.

Cuando hemos conseguido un taxi las calles estaban desiertas. Ni taxis, ni coches particulares, ni viandantes. Para ir hacia mi casa había que pasar cerca del palacio presidencial y ministerios y se notaba que ahí pasaba algo. El taxista lo sabía pero a priori no quería hablar, aparentaba tranquilo, escuchando música clásica (rarooo).

De repente casi nos comemos un tanque. Estaba en mitad de una calle de cuatro carriles, a oscuras y en una zona bastante poco visible. En ese momento me he acojonado. No sabía bien lo que pasaba, el taxista no paraba de hablar con mi amiga en un thai que no podía entender y mis preguntas no eran respondidas... A la vez las continuas llamadas de mis compañeros (q estaban en la oficina comercial), de mis padres, de compañeros de países de la zona, me acojonaban más. Algo importante ocurría y yo estaba en zona chunga...

Tras esos cinco minutos pasando por las calles más desiertas (y a la vez calientes) todo volvía la normalidad. Ramkanhen, zona universitaria estaba tan normal y sukhumvit tres cuartos de lo mismo. Es cierto que la gente se olía la situación e iba cogiendo taxis de vuelta a casa.

Por ahora todo en orden, estoy reunido con otros compañeros en una de nuestras casas. Intentando sacar información de Internet porque la televisión (local y cable) y la radio han dejado de transmitir Seguiremos informando...

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19.9.06

Japón

Estando tan cerca (5 horas de avión) tenía que aprovecharlo. Sabía que me iba a dejar una pasta, tanto por el vuelo como por la estancia, pero aun así tenía que hacerlo.

Volviendo de Malasia se me pasó por la cabeza el ir a Japón y en dos días lo confirmé, compré los billetes más baratos posibles que me obligaban a ir un viernes por la noche y volver un miércoles al medio día. Total cuatro días completos de estancia en el país que aconsejado por César, mi compañero informático en Japón, repartí entre Tokio y Kyoto.

Planes muy diferentes para cada una de las ciudades. Tokio con su velocidad, su feroz consumismo, su vanguardia, su frikismo, sus modas, su fiesta… y Kyoto con sus templos, sus jardines zen, su tradición, sus geishas…

Imágenes de Tokio:

Compras en Shibuya



Echando un ojo al manga de Mandarake



Comiendo sushi


Bebiendo sake y comiendo Yakitoris (wikipedia en inglés)



Por Shinjuku de noche (aunque salimos por Roppongi)



Domingo de bandas locales en Harajuku








Imágenes de Kyoto:

Templos...










... con parques zen





¿Geishas o maikos?





Japón no es tan caro como se pudiera pensar a priori. Efectivamente hay cosas muy caras (vivienda, transporte, cerveza, café...) y otras más baratas que en España (tecnología, comida...). Algunos precios orientativos (100 yenes equivalen a 115 pesetas o 70 centimos de euro):
  • Una cerveza a partir de 600 yenes
  • Tren del aeropuerto hasta Tokio unos 1500 yenes
  • Viaje mínimo de metro 150 yenes
  • Menú en un restaurante normalito 600 yenes
  • Coca Cola en garito nocturno unos 600 yenes
  • Plato de sushi (dos unidades) a partir de 100 yenes.
  • Autobús nocturno (8 horas) de Tokio a Kyoto ida y vuelta por 9500 yenes.
  • Cama en dormitorio de una guesthouse tradicional en Kyoto por 3000 yenes.
  • Cámara Sony T-9 por 35.000 yenes
Finalmente me gasté mucho menos de lo que pensaba y pasé 4 días flipando , sorprendiéndome continuamente con el país, con sus costumbres, con su gente y sus vanguardias.

Muchas gracias César por tu hospitalidad. Fue un placer tenerte de guía.

Para conocer más sobre Japón, aparte de los vínculos que os he dejado, os recomiendo el blog de kirai.

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15.9.06

Malasia: Cameron Highlands y Penang

Aunque el primer finde de septiembre yo quería visitar Hong Kong, “Little devil” Naranjita me cambió los planes de la jungla de cristal por la jungla de verdad y las montañas tropicales del centro peninsular de Malasia.

Me reuní con ella en Penang, una isla del norte malayo unida a la península por el puente más largo de Asia, con casi 14 kilómetros. Apenas llegamos a Penang cogimos un autobús, cruzamos el puente y en cinco horas estábamos en un pequeño pueblo de las Cameron Highlands. Aunque el pueblo estaba abarrotado por ser el día nacional de Malasia, la previsora Naranjita había reservado en una guesthouse barata, acogedora y con un personal muy atento. Salimos a cenar y flipé con la diversidad de comida. Es muy curiosa la mezcla étnica que encuentras en Malasia; el pueblo autóctono convive, prácticamente sin mezclarse, con indios y chinos, y cada uno tiene su cultura, sus costumbres, su comida...

La cena siguió con un paseo agradable, un parque, un banco, una buena amiga, una charla profunda sobre nuestros destinos, nuestras vidas... disfrutando mucho de la conversación y del frescor de la montaña que tanto echo de menos en Bangkok.

Al día siguiente queríamos hacer una ruta por la montaña y, pese a que el clima y la señalización no ayudaban, al final lo conseguimos. Un caminillo nos metió en el bosque tropical y durante un par de horas paseamos rodeados de verde vegetación, de humedad, de sonidos curiosos y sin ver un solo alma.






Cuando salimos del frondoso bosque aparecimos en un pequeño poblado que explotaba a tope, con sus invernaderos, las fértiles tierras. Lechugas, tomates, repollos, cebollas, menta y muchos más vegetales que no distinguía. Noté bastante progreso respecto al panorama rural tailandés, tanto en la organización como en la maquinaria agrícola. Si bien en Tailandia se explota mucho la tierra [*1] muchas labores todavía se realizan a mano.







Aunque seguía chispeando no paramos nuestro paseo. Iba cambiando el paisaje, el tema de la conversación, el camino pasó a ser carretera, a ponerse cuesta arriba... nos dirigíamos hacia una de las abundantes y extensas plantación de te pero no sabíamos la distancia a la que estaba. A la media hora un pickup paró para ofrecerse a llevarnos... y menos mal, porque llegamos en el último turno de las visitas y aunque vimos montañas y montañas vestidas de arbustos no pudimos visitar el proceso de extracción del té.



Afortunadamente encontramos un 4x4 para volver hasta nuestra guesthouse; después de patear todo el día, bajo una suave pero incesante lluvia, habría sido muy duro volver andando a oscuras. Una ducha calentita que supo a gloria [*2] y fuimos a cenar a un restaurante chino. Un fogón en mitad de la mesa, una cazuela dividida en dos con tom yan y sopa de pollo y una fuente enorme con trozos de ternera, pollo, pescado, calamar, mejillones, medusa (ración doble) y muchas verduritas frescas. En un minutillo los ingredientes se cocían y a la vez daban sabor al caldo.

Al día siguiente cogimos pronto el bus de vuelta a Penang. Cinco horas que pasé durmiendo. Penang es famosa por sus playas y Georgetown por su variedad cultural bien definida. Una ciudad con un claro toque colonial, barrios muy auténticos de inmigrantes indios y chinos de principios de siglo XX.





Ojo al plato callos al curry que me enchufé...



La tarde pasó despacio, sin nada que hacer, nada más que ver. Paseamos, charlamos, filosofamos y profundizamos en las religiones en general y el budismo en particular, un tema que llevaba tiempo intentando hablar con un budista y que ninguno me había conseguido aclarar. Creo que me faltaba cambiar el chip. Naranjita me lo expuso perfectamente; el budismo más que una religión encaja más en una forma de vida, una filosofía, una actitud, una guía para vivir, un propósito individual...

A la mañana siguiente yo volaba a Bangkok y Naranjita a Singapur; se acababa el viaje con una triste despedida.



Fue un viaje en el que era más importante el estar que el hacer, la compañía que el destino, la amistad que el turismo. Naranjita es de las personas más interesantes que he conocido este año, una buena amiga con la que no hay minuto que no esté a gusto, con la que puedo hablar horas y horas.

Naranjita, it has been a very nice pleasure to have known you, phut khap khun maak maak, rian pasathai khap khun, pai tiaow; you are the best 4WD traveller. Enjoy your life, wherever you are. Good luck my friend!

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[*1]. Tailandia es el primer exportador mundial de arroz.
[*2]. Me resulta curioso esto después de tanto tiempo pasando calor

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8.9.06

Valorando

Mi pequeño apartamento, su enorme cama, su piscina con palmeras. Levantarme a las 9, el alegre saludo matutino de las chicas de la administración del condominio, de las del centro de masajes, las preguntas de la lavandera, la mirada pícara de la peluquera, la sonrisa lejana de las ocupadas camareras. La tranquilidad de los moteros del soi, la alegría de la cobradora del bus, la música de la radio a todo volumen, las caras de sorpresa de los locales. Romperles la partida (o la siesta matutina) a los moteros del soi 19. La charla mientras llega el ascensor con los seguratas del Sermit Tower. Las encantadoras y eficientes chicas de la oficina. Los becarios, Pepa, Pablo, Ander, Kun Chacs, Aymar, Pelayo. La jefa. Los marrones de última hora que dan flexibilidad al horario. La comida diaria tirada de precio. El Mama Mia, la cantina, el japo de enfrente, el tai nuevo, el Suda. Las alegres llamadas de Naranjita, las llamadas inesperadas desde España. Las constantes visitas. Quedar con la gente, con los farangs, con las tais. Las deliciosas cenas baratas. La agitada noche de Bangkok. El cheap charlies, rca, el beds, el blur, el simbar, el soi 11. Las salidas a las islas, las escapadas a la selva, los viajes a no sé donde voy. El tren nocturno, los vuelos baratos, los buses heladores. El flipe con el carácter y la amabilidad tai. La exquisita mai-phet comida picante, la Singha, el idioma. Los botellones en las discos, los brindis, las charlas. La música, las bandas en directo, los djs, los blackeyepeas, la gasolina. Los paseos en moto, los barquitos, las playas de arena blanca, el agua turquesa, los peces de colores, el buceo, los cubos de Samsong, la tukifiesta. Los viajes por el sudeste, las palizas de viaje contrarreloj, volver al apartamento roto el domingo de madrugada o el lunes a la oficina directamente desde el aeropuerto para pensar en el siguiente viaje.

Está claro que siempre se puede mejorar. Estando tan lejos de casa siempre faltan cosas, pero de verdad que no puedo quejarme.

Cómo valoro todas las cosas que tengo aquí, que me hacen estar tan a gusto. Este año he sido muy afortunado.

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7.9.06

Camboya: de Batabang a Angkor Wat

Primera parte... De Poipet a Batabang.

De Batabang a Siem Reap

Arriba, a las 6 de la mañana para coger un barquito... como ya os habréis dado cuenta, los transportes locales en Camboya son de traca sin embargo éste barco servía de transporte tanto para mochileros como para mercancías y locales (supongo que con diferentes precios del mismo ticket; para nosotros costó 25$). Sus comodidades eran bastante básicas.




Yo me pegué todo el viaje en la cubierta, tostándome al sol y flipando con los paisajes que se divisaban, viendo como viven los camboyanos en las riberas del río...







Poco a poco el paisaje fue cambiando... el río se estrechaba y las casas se aislaban cada vez más.

Entrábamos en la zona bosques tropicales, selva y manglares... y, aunque el cauce del río era muy estrecho y daba la sensación de que el barco no podría pasar por allí, nada detenía a nuestro experimentado patrón. Hay que comentar que este recorrido no puede hacerse durante la época seca debido al escaso cauce y estando ya en la época de lluvias la ruta llevaba apenas quince días abierta.



El río se estrechaba más y más. Aunque abajo había profundidad y anchura suficiente, la sensación desde arriba era otra. La abundante vegetación se adentraba en el cauce tapando el río y el paso del barco cortaba y doblaba continuamente las ramas de los árboles. Pasamos por zonas donde apenas veías un metro de cauce, hicimos giros que parecían imposibles para un barco de esta anchura...



La situación en cubierta fue bastante entretenida ya que continuamente teníamos que sortear ramas, tener mucho ojo con los espinos y no parar de aplicarte antimosquitos. Sacudiendo tanta vegetación, la cubierta del barco se convirtió en una alfombra verde con un zoológico de insectos: arañas, saltamontes, mosquitos, gusanos, larvas, ciempiés... Kun Chacs abajo tampoco lo pasó muy bien, pero de verdad que arriba no podías haber estado.

Finalmente el barco llegó al lago Tonlé Sap que ocupa un área importante del centro de Camboya. Y con el lago volvió la vida humana, el movimiento de barquitos, de comercio...







El barco paraba frecuentemente en los palafitos de las orillas para descargar mercancías que venían desde Batabang y que durante la época seca se transportan por las tortuosas carreteras.


Siem Reap

Después de ocho horas de viaje, en aquella cubierta con ramas, hojas, fauna y con un sol tropical que cuando aparecía picaba bastante llegamos al puerto de Siem Reap. De nuevo con los pies en la tierra veíamos la pobreza camboyana. La vida diaria dependiente de los recursos del río, de la agricultura y del turismo mochilero que hace esa ruta.

Como vimos más adelante, aquella zona no tiene nada que ver con el centro. Siem Reap se nos presentó como una ciudad pequeña que no está a la misma altura que el resto de Camboya. Las hordas de turistas de todo el mundo (principalmente europeos, norteamericanos y japoneses) han hecho desarrollar una ciudad tremendamente turística y con precios nada proporcionados al resto de Camboya. Es la tasa que hay que pagar por ver Angkor Wat; es normal que el país aproveche un recurso tan valioso para aliviar su pobreza.

Por la noche cenamos en la calle de abundantes restaurantes y bares de copas para occidentales donde echamos una birra con guiris que habíamos conocido en el barco. La noche se alargó en una discoteca camboyana, reducto para la diversión de los locales y algún mochilero que al día siguiente no visitaba los templos. Yo no duré mucho allí, entre la paliza del viaje, la música techno machacona y que el ambiente no me gustó me busqué un casual motero, estudiante de ingeniería, para volver al hotel y que, aunque se perdió bajo la lluvia, me dio un entretenido viaje charlando sobre la vida de los jóvenes en Camboya y sus diversiones. Al igual que en Vietnam, este joven camboyano me dijo que ahorraba para de vez en cuando darse un capricho acostándose con alguna de sus amigas.


Angkor Wat

Después de la tralla de los anteriores días nos quedaba el propósito principal del viaje: ver los templos de Angkor. Como ya he dicho no soy muy de ver ni de entender templos y no quiero hablar demasiado de ellos (para eso os recomiendo la wikipedia) pero sinceramente me parecieron acojonantes.

Enorme parque histórico con infinidad de templos y ruinas para ver (hay pases de 1, 4 y 7 días).



Caras, multitud de caras esculpidas mirándote desde la antigüedad.



Situados entre la abundante vegetación camboyana.





Y lo que más me gustó: fusionándose perfectamente con ella.







De verdad que son unos templos que hay que ver. Si viajáis al Sudeste Asiático es más que recomendable la visita.

Nuestra ruta por el parque histórico se hizo bastante amena; en cinco horas habíamos visto algunos de los más importantes templos y nos habíamos empapado de arte khmer y lluvia. Agotados de la paliza del viaje de los últimos días y del recorrido por Angkor, volvimos a Siem Reap para coger el caro vuelo de regreso (sin contar los 25$ de tasas de aeropuerto) a Bangkok.

Y con esto terminó el viaje rulando con los medios locales por la salvaje Camboya. Un viaje de aventura continua en un país tan subdesarrollado como sorprendente. Un país pobre, con una horrible historia reciente y cuya corrupción le impide muchas veces tener ayudas internacionales. Un país que, por necesidad, explota Angkor Wat, su joya más preciada, proporcionalmente a su majestuosidad.

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