30.4.06

Los celtíberos en el Norte de Tailandia en Songkran

De lunes a miércoles yo curré en Bangkok mientras mis colegas paseaban por el turístico norte tailandés. Chiang Mai, rutas en elefante, rafting en barcas de bambú, visitas a pueblos perdidos y tribus minoritarias, así como Chiang Rai y el triángulo de oro.


El miércoles 12 comenzaba mis vacaciones de año nuevo tailandés (Songkran) y cogía mi primer vuelo con Thai Airways para unirme al resto de celtíberos. El billete no había sido nada barato, pero al ser una fecha señalada era el único vuelo con plazas disponibles. La Thai tiene fama de ser una buena compañía, de tratar muy bien a los pasajeros. Pero cuando yo subí a bordo la cosa fue exagerada. Recibimiento con zumo, más de un metro para estirar mis piernas, asientos reclinables hasta la horizontal con reposapiernas. Sorprendido por tanta dedicación de las azafatas pregunté; efectivamente aquello no era la clase turista. Sin saberlo, y por no haber otro tipo de billete, había comprado business class. Un viaje que disfruté leyendo la prensa de Bangkok y menando el bigote con todo alimento que me ofrecían. Lástima que el viaje sólo duró una hora.

Al llegar a Chiang Rai y encontrar a la expedición celtíbera fuimos a cerrar el viaje planeado que nos llevaría durante cinco días por tierras laosianas. Sin embargo la cosa estaba jodida. También en Laos se celebraba el año nuevo y estaban saturadas tanto las fronteras como las lanchas rápidas que te acercaban a Luam Praban en ocho horas (el barco regular tarda un par de días). Reconozco el error de no haber previsto la masificación de la fecha, la anterior vez que fui a Laos era todo perfecto para improvisar… pero esta vez no se pudo. ¡Lo siento gente!

Así que al ver que no podíamos seguir con nuestra idea inicial cambiamos al suculento plan B (mientras alguno se frotaba las manos): celebrar el año nuevo tailandés en la zona más típica para hacerlo: el norte de Tailandia y Chiang Mai en particular.

Comenzando la celebración, esa misma noche encontramos un garito nocturno en Chiang Rai donde la juventud tailandesa hacía sus botellones en la pista a golpe de bombo, ya sea con ritmo hiphopero o de technopachanga. Allá donde fueres… botella de 100 Peppers por algo menos de 6 euros y primeros movimientos de raspa. Al ser los únicos farangs (guiris) en medio de una pista enorme se nos veía desde toda la discoteca y dado el carácter abierto del pueblo tai no fue difícil entablar conversación con los jóvenes que nos rodeaban. Cuando cerraron nos dejamos llevar a un garito donde en menos de diez minutos nos vimos rodeados de botellas de whisky, vodka, singha y comida tailandesa. Todo pedido por las chicas que habíamos conocido en la discoteca. ¡Cómo bebe esta gente!

El jueves, primer día de Songkran, bajamos a ChiangMai en una furgoneta privada amenizada por videos de karaoke en caracteres tais. De la letra ni idea, pero sólo viendo el video del Fari tailandés entrando a las muchachas te descojonabas vivo. Fue un viaje que pasó volando hasta que entramos a Chiang Mai y vimos que la ciudad entera estaba en la calle, jugando con cubos agua y empapando al vecino. No había más que abrir un poco la ventanilla y asomar el morro de farang para que empaparan incluso al conductor Matías.



Desde la barrera los toros se ven de puta madre, te echas unas buenas risas, pero no se disfruta igual. Así que a hacerse con un cubo, meterlo en el canal y empezar a calar a la gente que ya sólo viendo que eras guiri te ponían hasta arriba de agua felicitándote el año nuevo.



Me lo habían aconsejado repetidamente y me habían asegurado pasarlo en grande, pero chico, que te digan que la diversión viene de echar cubos de agua al que tienes al lado, durante varios días seguidos… pues yo no le veía tanta gracia. Pero cuando en los días más calurosos del verano te pones en faena y empiezas a felicitar el año a los que tienes alrededor y ellos te felicitan el tuyo a base de cubazo de agua, entre furgonetas y pickups cargados de gente y toneles de agua helada, peña de todas las edades con pistolones de agua….y ves que disfruta tanto el chaval pequeñajo que se esfuerza para llegar con el agua a tu cara como tú dejándole caer el agua desde tu altura… y te juntas a unos tais que te llevan un rato en su furgoneta, te invitan a una birra mientras el resto de la calle te pone tibio…. nos lo pasamos en grande durante los dos días que estuvimos en Chiang Mai.

Como teníamos ya pagado un billete de avión desde Udon Thani, la ruta siguió hacia dicha ciudad, haciendo la siguiente parada en Sukhothai donde montamos nuestra única jornada cultural de todo el viaje. Nos alquilamos unas motos y dimos un paseo por el parque histórico, entre templos en ruinas, budas de piedra, lagos y parques de la antigua capital tai.




Sukhothai es una ciudad pequeña y por la noche no tiene demasiada animación. Sólamente vimos abierto un bar temático de gatos infantiles donde las Nitas y Nolis estaban bien a gusto y curiosamente había telarañas que cruzaban la puerta del servicio masculino a la altura del pecho. Para encontrar el siguiente bar tuvimos que salirnos de la ciudad, pasear y pasear sin saber muy bien donde íbamos hasta que encontramos un bar de carretera en el que conocimos a unos músicos que se ofrecieron a llevarnos de vuelta al hotel y al día siguiente a Pithsanulok.

Increíble la hospitalidad que tienen los tais con el farang. Nos teníais que ver a los 8 celtíberos más dos músicos tais cargando a tope el coche, rodeados de mochilas y guitarras en la caja del pickup. Por supuesto esa noche fuimos a ver la actuación de nuestros nuevos amigos, en un restaurante lujoso donde las camareras no paraban de rellenarte el vaso con 100 Peepers. Aquella noche nos agarramos un buen tostado y la juerga siguió hasta tarde en la Picasso donde los tais se sorprendía de que guiris estuvieran allí. Y de nuevo allí nuevas aventuras con el pueblo tai, momentos inenarrables y nuevas colegas que se ofrecían a enseñarnos al día siguiente los encantos de Pithsanulok. ¡Qué maravilla de gente! Al día siguiente nuestra amiga Pen nos hizo una ruta de puta madre: a ver el precioso templo de la ciudad, a darnos un baño en el río,



a enseñarnos su casa y toda su familia y como despedida una pedazo de cena con sus hermosas hermanas donde degustamos exquisita comida tai.



Ya era lunes por la noche y al día siguiente yo tenía que trabajar en Bangkok. Y sin embargo todavía estábamos muy lejos de Udon Thani, de donde salía a la mañana siguiente nuestro avión. En la estación de tren nos ponían el tema muy chungo, era final de año nuevo y todo el mundo volvía a Bangkok, así que tuvimos que pillar asiento en un tren que solamente llevaba vagones de tercera clase, maletas, mercancías, cajas enormes, sacos de verduras; vagones saturados de gente, niños y ancianos durmiendo en el suelo debajo de los asientos, jóvenes de pié durante todo el viaje y por supuesto sin aire acondicionado en la época más calurosa del año.



Cerca de las tres de la madrugada, llevando ya cinco horas de viaje, el tren se paró en mitad de la nada por problemas técnicos; media hora en la que las ventanillas lo único que introducían eran mosquitos e insectos voladores, no corría nada de aire y la temperatura subía hasta niveles insoportables. Tenías suerte si llegabas a asomar el morro por la ventanilla y respirar el fresco aire de la noche. En total fueron ocho horas en aquel vagón, soportando las incomodidades a las que no estamos acostumbrados, pensando mucho en las diferencias de este país, de este mundo, de esta vida (había subido al norte en business class de thai airways), en lo afortunado que era porque al menos tenía asiento, porque estaba en aquel vagón sólo por casualidad… dificilmente olvidaré aquella vuelta a Bangkok. Fue un punto final que nos puso los pies en el suelo después estar seis días en brazos de la amabilidad y hospitalidad de los pueblos del Norte de Tailandia.

Los últimos días de los celtíberos en Bangkok sirvieron para cerrar asuntos pendientes, para volver a los garitos que más habían gustado, a hacer las últimas compras y ver cosas que se habían quedado en el tintero. En seguida llegaron las despedidas, los abrazos y la tristeza. Había sido un mes entero guiando a mi gente, viéndoles felices disfrutando todos juntos de este paraiso; un viaje con miles de chascarrillos, aventuras, momentos increibles y dificilmente repetibles. Un viaje que estoy seguro que no olvidaremos.

Nita, Moto, Culebra, Bromuro, H, Fragui, Tele, Mela, Manoli, Macarrón.... ¡Múchisimas gracias por venir!

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5Comentarios:

@ 30/4/06 18:47 , Anonymous Anónimo dijo...

Que bien, esos viajes son irrepetibles. Seguro que ha sido ademas una excursion de humor. Un saluete para tol mundo. Nadj

 
@ 2/5/06 18:17 , Anonymous Anónimo dijo...

Joer flores, muchas gracias a tí por ser un anfitrión tan echelente, bravo gato!!!

Este viaje nos ha marcao, y estoy seguro que las cosas q hemos vivido por allí no las olvidaremos en toda la puta vida.

Ala, que nos quiten lo bailao ;)

Edu

 
@ 3/5/06 19:40 , Anonymous Anónimo dijo...

Gracias?? Viajar a miles km de casa con todo organizado, visitar lo mejor de cada zona, adentrarte en la cultura thai sin el miedo que a veces conlleva el ir a paises tan distintos d Europa y que el resultado del viaje sea increible (como dicen en mi tierra..jeje). Cuando quieras repetimos!! Mil gracias de corazon por todo. Ha sido un placer compartir esto con vosotros (menos con el fraga... q ha sido doble de placentero.. jeje) un besazo

 
@ 3/5/06 19:41 , Anonymous Anónimo dijo...

Ah!! q soy yo, maremoto escobar!! es q estas cosas se me dan fatal...

 
@ 15/4/08 16:29 , Blogger Alicia Nieto dijo...

Quien es ese Culebra,es de Sevilla?

 

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