28.10.05

NO a un año sin torreznos!

Vaya premonición del Pelillos; ayer chateando con él me advirtió: 'tú aliméntate por allí de torreznos, el pollo ni lo toques'. Dejando aparte el tema de la gripe aviar, he de confesar que salivé mogollón al leer la palabra torrezno. Ya sabeis todos mi gusto por el cerdo y especialmente por la panceta; pasar un año entero sin corteza va a ser duro (a las visitas sorianas les pido unas muestras generosas).

Bueno, pues ayer dando un paseo de vuelta a casa vi en uno de los puestos callejeros una bandeja con productos porcinos: algo que parecía chorizo o txitorra y varios torreznos, similares al auténtico torrezno soriano, con corteza, grasa y magro. Se me saltaron las lágrimas!!

No tenía mucha hambre así que pasé, pero ya lo tengo fichado para merendar la próxima semana.

A la media hora pasó a mi lado un viejete con dos bandejas unidas por un palo al hombro y repletas de cortezas de cerdo. Muy parecidas a las cortezas doraditas que venden en las tiendas de Soria (sucedáneos del auténtico torrezno). A esas sí que no me resistí, compré una bolsa por 20 bahts (40 centimos) y pa dentro.

Cojonudas oiga!

Tendré que cambiar la cabecera del blog, ya no hace falta que sustituya los torreznos por arroz.


Este país tiene una comida increible en variedad, elaboración, gusto, cuidado en las texturas, equilibrios, calidad. Desde los restaurantes más lujosos, que aquí no salen tan caros, a los puestecillos más cutres de la calle (hay q atreverse a todo, aupa los becarios de la calle[*]), todos sorprenden por su elaboración. Cada momento de menear el bigote es puro placer, no sabeis como estoy disfrutando en cada comida. El menú diario suele variar entre restaurantes thais, koreanos, japoneses, vietnamitas, italianos, libaneses, indios... todos de calidad y por precios moderados (normalmente comemos por menos de 5 euros :D).

[*].- becarios de la calle: los becarios de bangkok tradicionalmente se han clasificado en dos grupos: los que, siguiendo los consejos higiénicos de los médicos, exclusivamente comen platos de restaurantes y MCMuertes[#], y los que siguiendo el refrán de 'allá donde fueres haz lo que vieres' imitan a los lugareños y se atreven con todo (dentro de unos límites, claro).

[#].- MCMuertes: dícese de todo garito (o cadena de garitos) que, a costa de engordar bolsillos pudientes, sirve comida de dudosa calidad sospechosa de producir muerte lenta y fatigosa.

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25.10.05

Koh Chang

La semana pasaba sin saber muy bien qué iba a hacer el fin de semana, así que viendo que el lunes era fiesta (se celebró el día del Rey) y que Pepa (mi compañera comex) quería bucear y yo ver monte, decidimos bajar a la isla de Koh Chang, cerca de la frontera con Cambodia.

El viaje

El autobús estaba repleto de Thais que aprovechaban como nosotros el fin de semana y marineros que bajaban a la costa. Por fin, tras 2 semanas, salíamos de Bangkok y dejábamos de ver carteles traducidos al inglés de los garitos para turistas de Sukhumvit.

Aunque duró 5 horas, el viaje pasó volando gracias a la atención del auxiliar del autobús (aquí los de las compañías de autobuses van vestidos de capitanes y llevan auxiliar de viaje), las guías, la siestecita, las charlas con Pepa y las lecciones de thai con otros viajeros.

En el autobús ya empezamos a usar el repelente por los picotazos que nos daban las cabronas de las mosquitas. Las guías avisan claramente que Trats, la provincia donde dormíamos esa noche, y Koh Chang, son zonas tailandesas que presentan los mayores índices de malaria, así que íbamos a pasar un fin de semana apestando a Relec y con mangas largas. Estaba claro que había que dejar ese tema fuera de la cabeza, tomando precauciones, pero sin comerte el tarro con cada picotazo que te daban cuando llevabas hora y media sin echarte repelente (me río yo del prospecto q decía que el efecto pasaba a las 4 horas).

A Trats llegamos sobre las 12 de la noche y encontramos sin problema una guest house con 2 camas, mosquiteras en las ventanas y ventilador. Una modesta habitación por 2 euros la noche, no está mal. Dimos una vuelta por la ciudad, nos metimos en un mercado que estaban preparando para el día siguiente y pronto a dormir.

Al día siguiente viaje hasta la isla en un barquito la mar de cuco y vistas preciosas de la costa tailandesa.

La isla

La isla se presentó como nos habían dicho, montañosa, playas paradisíacas, aguas turquesas, y jungla densa en el interior. Alquilamos unas motos por 3 euros el día y aquello me recordaba a Formentera, la sensación de ir en moto, por una isla, en bañador, con calor y brisa caliente. Pero aquí, además de ver playas preciosas por el ojo derecho, no dejabas de escuchar mil ruidos (chillidos, graznidos, chicharras...) por el oído izquierdo.



Encontramos un bungalow de caña junto a la playa ‘lonely beach’ (de postal) con mosquitera de tela, cama grande, ventilador y baño por 7 euros la noche en un resort recién construido y que llevaba una pareja encantadora.




Esa tarde visitamos varios pueblos de la isla, entre ellos uno de pescadores en el sur formado por palafitos que nos tuvo un rato haciendo fotos y mirando peces recién sacados.



Por la noche cenamos en otro resort, todo construido de madera, con terrazas hacia el mar. Marisco bueno J. Y antes de acabar de cenar se nos juntaron unos jóvenes a celebrar un cumpleaños thai. Sacaron un karaoke y acabamos bebiendo, bailando y cantando con ellos (cómo pega el aserejé por aquí...). Medio pedos nos costó encontrar el bungalow donde sobábamos, conclusión vueltecita motera nocturna por la isla.

El buceo

Koh Chang es famosa por sus reservas de coral y peces de colores, así que había que bucear. Pillamos a un suizo que llevaba 13 años en la isla, me enseñó las nociones básicas y nos llevó a un par de zonas de órdago. Las inmersiones fueron un poco duras para los oídos, pero a los 10 minutillos de estar en el fondo (9 metros) ya estaba en la gloria, rodeado de peces de colores brillantes, bancos de peces pequeños, coral, rayas, peces araña, moreras, plantas-bichos de colores que se cerraban cuando te acercabas... de verdad que era como en los documentales de Jaques Cousteau. Una pasada.... y la sensación de tener tanta agua por encima, saber que no puedes subir rápidamente, depender de la bombona, medir los movimientos... me recordó mucho a otros deportes de aventura. Me gustó mucho, salí contentísimo, seguro que repito.

La tormenta tropical

Al poco de salir del agua empezó a llover. Nos había hecho un día muy bueno pero en el trópico ya se sabe que estas tormentas se presentan rápidamente. En el barco se podía ver perfectamente dónde empezaba el aguacero. Llegamos a tierra y nos despedimos del Carbonel (se parecía mogollón :)). En media hora se formaron unos charcos de impresión, esperamos tomando un chocolate pero como vimos que no paraba tuvimos pillar las motos y meternos en un centro de spa-masaje-sauna para entrar en calor. De cine, oye. Dentro de la sauna, en una semioscuridad con suaves rayos de luz y vapor de agua, ambiente cómplice de pensamientos impuros, se distinguían 3 voces nórdicas, con cuerpos sugerentes, que vestían únicamente unos pareos que se caían cada dos por tres, enseñando sin pudor los blancos cuerpos desnudos... cuando les vi fuera de la sauna me llevé una gran desilusión, las chicas, más bien maduritas, no eran del todo agraciadas, bastante costroños, con unas mascarillas faciales, bebiendo una litrona cada una con el borde blanco del potingue... se me fue la mente calenturienta, así que les pillé un poco de mascarilla y volví a la paz interior que me proporcionaba el garito... y la isla.

Mientras seguía jarreando, entramos en calor con la sauna, cenamos en nuestro bungalow y echamos unas birras en un garito que había próximo y que amenizaban con malabares de fuego al ritmo de putrúm bastante duro.

La jungla

Cesó la tormenta y decidimos dar un paseo nocturno por la carretera principal. Sin más luz que la de la luna y algún destello que se escapa de alguna casa próxima, y con sombras de mil árboles enormes a tu alrededor se crea un ambiente tenebroso muy logrado. Si además le sumas que cada dos por tres te zumban al oído mosquitos del tamaño de un dedo (sin exagerar), notas picotazos, se oyen chillidos (posiblemente de monos) y ruidos que no sabes si son de insectos o de reptiles, te planteas si realmente podrías pasar allí una noche a la intemperie sin que te ataque ningún bicho venenoso o te mueras antes de miedo.

Al día siguiente Pepa se bajó a la playa y yo decidí dar un paseo en moto por un camino que había visto el día anterior, que se adentraba hacia la jungla y que me llamaba con letreros luminosos. Todavía no hacía mucho calor, se notaba muchísimo que había llovido mucho por la noche, todos los árboles estaban cargados de agua y te caían gotas frescas. La carretera se iba haciendo más estrecha y peor asfaltada. A los lados la vegetación se hacía cada vez más espesa y se metía más y más en la carretera. Había zonas en las que los árboles de ambos lados estaban completamente enlazados, tenían ramas verticales, y colgaban lianas hasta el fino asfalto. El ambiente cada vez estaba más cargado de humedad. Al rato encontré una casita de caña entre los árboles, habitada, pero no había nadie.
Seguí un rato más con la moto, mirando a los lados, fijándome como estaban los árboles rajados para sacar la resina y de repente vi una serpiente de unos 2 metros de largo que ocupaba media carretera. No me dio tiempo a frenar, así que la esquivé como pude. Antes de pasar la serpiente levantó la cabeza y yo por instinto levanté los pies todo lo que pude. La serpiente no me atacó, imagino que se puso en posición defensa por el ruido de la moto. A mi se me subieron las pelotas a la garganta, pero a unos 10 metros paré la miré detenidamente. No había visto nunca una serpiente tan grande, tan gorda, tan verde... y con la cabeza todavía levantada.



Seguí un poco más mi paseo, la carretera se hizo más abrupta, hasta que llegué a un puente de tablas y ramas que era imposible cruzar con la moto.

Me di la vuelta y poniendo muchísima atención a todos los movimientos de mi alrededor volví hasta el enganche con la carretera principal. La serpiente no la volví a ver.


Bajé a la playa del bungalow, donde estaba Pepa, me dí un baño breve y nos piramos a devolver las motos.


Empezaba el viaje de vuelta, el final de un fin de semana largo que me ha conquistado por la variedad, este país es la hostia!!

Pd1.- mañana intentaré subir fotos.
Pd2.- Un abrazo a todos, os agradezco muchíiisimo vuestros emails y posts, pero casi no tengo tiempo de responderlos. Ya estoy preparando los primeros viajes internacionales... ya os contaré.



Actualización a 27/10: por fin he podido subir fotos. Ya se huelen las próximas escapadas internacionales: Ho Chi Minh en noviembre, Myanmar en diciembre. Auuuuhh!


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14.10.05

12 de octubre, sarao español!

Vaya tarde, 12 de Octubre día de la Hispanidad, y claro, fiesta en la mayoría de las embajadas. Conocí al embajador de España en Bangkok hace un par de días, y nos pasó unas invitaciones para la fiesta de hoy en el Intercontinental Hotel.

Tras un duro día de fiesta nacional viendo pisos lujosos con una agente inmobiliaria que se volvía loca con nuestras preferencias (barato, cerca de la oficina, con cocina, bien comunicado…), comer rápidamente algo en un puesto de la calle (higadillos de pollo estilo thai con plain rice, riquísimos, de verdad) por unos 50 céntimos, ducha, filomatización (aupa ese bakin soda!!) y disfraz de fuera el pendiente y arriba el traje para ir a la recepción del señor embajador. Abstenganse del chiste del Ferrero Roché que he estado a punto de soltarle al darle la mano J.

Hemos empezado con buen pié, llegando tarde por culpa del tráfico en Bangkok y con mi traje claro (el único) calado, lleno de gotas que parecían lamparones, de la tormenta que me ha pillado en 5 metros escasos de acera. Todo un chow, pero con dos cojones, a dar el paseillo delante de las autoridades, apretón de manos a los diplomáticos y dos besos a la única mujer en la escalinata, esposa del agregado de defensa naval; según se los daba pensaba: ya he cagado el protocolo, pero no, ha sido muy amable y me ha comentado que su hija, de nuestra edad, nos quería conocer, así que el Martínez Soria seguía en su sitio con maestría.

El salón donde se celebraba la rave era bastante elegante. Cortinas de esas altísimas, con colores de la bandera nacional, con un rótulo bien grande sobre el día de la Hispanidad, y en el medio del salón tres esculturas de hielo con las figuras de don Quijote, Sancho Panza y un molino bastante detallado. Está claro que el hielo se iba fundiendo, y al final de la ceremonia los hocicos estaban deformados, pero quedaba muy elegante. La única mancha era un cartel que parecía improvisado, en un folio y a rotulador rojo que ponía ‘400 años’. Un poco chapuza, la verdad.

En seguida empezaron a acercarse camareros q traían un vinito blanco bueno, fresco, fresco. Por todos los lados había mesas con degustaciones exquisitas de montaditos, gambitas, ibéricos, productos españoles para una buena imagen al mundo... ya conocéis mi gusto por menear el bigote con las exquisiteces así que era estar como en un sueño, como en la cata de vinos del Cerbuna pero a lo grande. Me acordé de hacer la técnica del Genil de ponerme entre dos mesas para estar a dulces y salados pero no se podía, el salón era enorme y las mesas estaban separadas. Así que a dar paseos de mesa en mesa. Me quedé flipado cuando llegué a una de las esquinas: había un camarero thai cortando cochinillo asado AUUUUUAAA! Tenía todo el cabezón doradito e iba cogiendo trocitos de piel con carne triturada. Y las patas estaban de adorno, No me Jodas! No me atreví a pedirselas porque habría sido un pringue de la hostia. Imaginaba el cuadro: entre embajadores dándole a los güesecillos y cartílagos. Así que me contenté con un trozo normal, que no estaba todo lo tostado que me gusta pero bueno, encontrar eso en Thailand es bastante difícil. Aunque todavía saboreaba la última cochinada celtíbera, me puse hasta la manitas de lechón.

Tras el momento cochinillo, hubo otro momento jamón ibérico que se alargó hasta que el camarero miraba un poco mal cuando le acercaba el plato. Sonó la alarma de comentarios sobre que dejaban de servir vino, y que ya sólo traían refrescos... pero bah, era en falso, estaba claro que eran cubatas. Ya imaginaba yo que la peña de la jet no se podía tomar los postres con Kases. Así que yo agarré un gintonic y me fui hacia una fuente que no paraba de manar chocolate caliente, pillabas una banderilla de fruta y a untar en la fondeu. Todo un placer.

Durante este tiempo de pitanza lujuriosa ocurrieron unas cuantas anécdotas y chascarrillos que contaré por aquí en otro momento, daros cuenta que estaba en un convite muy especial, un Martínez meneando el bigote en una recepción de embajadores... pero lo siento, es hora de plegar el curro y me piro a seguir con el rollo choza.

Seguiré la historia, espero haberos abierto el apetito.
Gracias por vuestros comentarios, se agradecen mucho, mucho!
Un abrazo

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13.10.05

Tarde de conceptos

Aunque hoy ya es 12, ayer cuando llegé al apartamento escribí todo esto. Ahí va...


Hace menos de una semana que aterricé en Bangkok y ya podría rellenar páginas enteras de este blog sobre las anécdotas que ocurren diariamente, las cosas que te asombran y las diferencias con la vida occidental. Pero la verdad es que apenas he tenido tiempo para pararme a pensar en todo eso y menos aun a escribirlo... hasta ahora. Mañana no curro y aprovecho para poneros al día de mi vida...

El hogar

Todavía no tengo casa, sigo de okupa en el apartamento de uno de los becarios, y el tiempo que me deja el curro se me pierde buscando estudios, preguntando a deshoras a porteros que no me entienden y también echando alguna cañita. Aquí todo el mundo te aconseja vivir cerca del trabajo: en una ciudad de casi 10 millones de habitantes, donde no cabe un coche más, es difícil llegar al destino sin comerte un atasco, pero antes de decidirme por algún estudio que ya tengo fichado prefería echar un ojo fuera del barrio, y por ahora prácticamente de Bangkok sólo conocía Sukhumvit.

Esta tarde, tras el curro (infierno de backups y otras historias…), he pillado el metro, muy moderno y climatizadísimo, hasta la zona del parque Lumphini. Allí he encontrado cosas parecidas: avenidas anchas plagadas de coches, rascacielos más lujosos si cabe que en Sukhumvit, y hoteles a los que me daba casi vergüenza entrar con mi camiseta empapada de sudor del bochorno de la calle a las 8 de la tarde. Total, que no he encontrado nada, salvo miles de sonrisas de porteros que se deshacen por entenderte y ayudarte, que es de agradecer claro, porque en otros países esto habría sido imposible de encontrar. Mañana, como es el día de patria nacional, tengo vacaciones así que aprovecharé a llamar a una agencia y que me lleven directamente al grano, que ya estoy hasta los guevos.

El alma

Pero el viaje de esta tarde ha empezado a mejorar cuando me he quitado de la vista los rascacielos y los carteles de ‘For Renting’. Justo al lado de la parada de metro que iba a coger de vuelta a casa he encontrado un templo budista. Era el primero que veía y me ha llamado mucho la atención por lo grande que era, así que, aunque había unos porteros a la entrada, yo me he hecho el orejas y he tirado para dentro suponiendo que sería gratis. El templo era un recinto con un patio central con jardines y aparcamientos para coches, y en los lados muchas esculturas de adoración a Buda, algunas enormes y preciosas que me gustaría ver a la luz del día. En una de las esquinas había una celebración, con música alegre y danza, y para allá que he ido. Había unas 500 personas cantando, muchos con uniforme negro y blanco y otros con la típica sábana naranja de los monjes tibetanos. Conozco poco las bases del budismo, aunque me llaman la atención ciertas pautas personales, pero no tengo ni zorra idea de las ceremonias y ritos que siguen, así que aprovechando que había monjes desperdigados he ido a hablar con un par de ellos y que me explicaran el rollo que había allí. Se trataba de una celebración por el fallecimiento de un hombre, y los cánticos eran referentes a su próxima reencarnación. Yo me he quedado flipado, claro, sobre todo de que la celebración era alegre, de que el monje me lo ha dicho con toda la normalidad del mundo, y si me apuras con una sonrisa en la boca.

El placer

En seguida me he ido de allí. He seguido caminando y a unos 5 minutos he encontrado un barrio lleno de vida, la zona de Patpong, donde se mezclan tenderetes con imitación de todas las marcas, dvds piratas, mariscos, el aserejé en tiendas rollo Zara-asia (con peña cantando) y baretos de mala reputación. Pero sobre todo destacan dos calles que pertenecen a un solo tío y que están plagadas de bares de stripteasse, cabarets y putiferios. Lo más curioso es que en medio de una de ellas hay un mercadillo de ropa, calzado, baratijas, artesanía, y entre los puestos te van ofreciendo catálogos con todos los productos placenteros que hay a 2 metros escasos.

Un buen choque después de haber estado 15 minutos antes en un funeral budista.

El cuerpo

Tras dar una vuelta por allí, y cansarme la vista con tanta luz de neón de los lumisterios, me he ido de vuelta a casa en el tren aéreo que va por encima de las principales avenidas de Bangkok. Como no he visto plan con mis compañeros, he decidido acabar el día con una guinda muy apetecible: un masaje tailandés. Ya imagino que vuestras mentes perversas estarán pensando mal… pues no! aunque aquí la mayoría de los masajes, los anunciados a bombo y platillo, son 10 minutos de masaje y luego al grano, hay bastantes sitios donde te dan masajes de la hostia, sin necesidad de tocar nada que no se deba. En el masaje estándar pagas unos 6 euros, te llevan a un cuarto forrado de madera, con un colchón duro y luz muy tenue, te dejan un pijama y una tía te toca todos los músculos del cuerpo durante más de una hora. Un poco de dolor en algunas zonas, pero que luego, cuando te traen el té, te quedas de puta madre. Toda una experiencia, de verdad. Al principio vas como un cerdo al matadero, sin saber muy bien donde te metes, pero poco a poco te relajas y a disfrutar.

Pues ya veis gente como van por aquí las cosas... hay tanto que contarí… me da la sensación de que en Tailandia se puede profundizar mucho en conceptos como los que os muestro hoy. Poco a poco...

Un abrazo a todos.

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7.10.05

Llegada a bangkok

Ayer llegué a Bangkok a eso de las 12 de la mañana, hora local, tras 15 horitas de viaje (con escala en Amsterdam). El viaje estuvo muy bien, no se hizo apenas duro gracias a las charlas con los compañeros de mi oficina (Pepa y Pablo, cojonudos) y con los de Ho Chi Minh, las azafatas que no paraban de sacarnos comida y bebida, los paseos por el avión con cubatas en la mano y el pequeño sueño que me eché.

Antes de aterrizar ya se avisaban las sorpresas: entre las pistas de aterrizaje había lagos, jardines, y campos de golf. Tras hacer el rollo burocrático y recoger las maletas, nos encontramos con el chofer y con Pelayo, uno de los compañeros de la oficina que ya lleva viviendo aquí 9 meses. La salida del aeropuerto es dura, Bangkok estaba a 32 grados y con una humedad de la hostia, y el choque acostumbrado al aire acondicionado del avión y aeropuerto es brutal. Los compañeros nos llevaron al curro, directamente, con las maletas, la ropa y el olor de tantas horas de viaje. Ya se nos avisó que había venido un nuevo consejero, bastante rarito.

Tardamos como una hora en llegar. Esta ciudad es bastante caótica, con mucho tráfico, vehículos diferentes y circulación a primera vista anárquica, además de circular por la izquierda. La ciudad desde el coche me pareció fea, como muy gris, con rascacielos rodeados de edificios bajos, como sin orden y sucia. Al salir del coche sentí multitud de olores, buenos y malos juntos, vapores, especias, comida, hornillos, coches...



Subimos a la oficina, piso 26 de un rascacielos con 'curiosa' seguridad, y allí conocimos al resto de compañeras. El consejero nos estaba esperando así que nos adecentamos un poco (peinarnos con la mano, airear la camiseta...) y pasamos a su despacho. Joder que tío, con una bandera enorme detrás y un pin español en la solapa, serio a más no poder, nos soltó un rollo patriótico en defensa de la imagen de España en el mundo, poniéndonos las cosas bien claras sobre la forma de vestir, la puntualidad, la eficiencia en el trabajo, lo duros que iban a ser estos meses arreglando el caos de la oficina, e incluso alertándonos de lo poco que le gustan los empleados con resaca o que le lleguen rumores de que hemos visitado 'garitos de la mala muerte'. Una chapa de una media hora que me dejó claro que los próximos meses en la oficina iban a ser un calvario. El 'conesjero' Carrero Arsay (nombre que ponía en su chapa, yo me desguevaba) que teníamos en frente era Aymar, el becario del país vasco y al menos yo me había tragado el anzuelo hasta el fondo.

Tras la novatada fuimos a dejar los trastos al apartamento de Aymar, una habitación con una pared-cristalera con unas vistas flipantes, en un piso 21, y donde sobamos estos días. Nos ha dejado el apartamento para nosotros, a tope esa hospitalidad! Ahí va una foto de Pepa tirada en la cama, fijaros que vistas tiene el apartamento.


Bajamos a comer a un japonés y volvimos a la oficina a conocer a la verdadera consejera, que no tiene pero nada que ver con el señor Carrero. Nos dio la bienvenida y nos dijo los horarios (de 8 a 5 de lunes a jueves y hasta las 13.30 los viernes) y las normas de vestimenta (el informático no tiene que llevar corbata).

Nos fuimos a casa de Aymar a descansar un rato (estaba destrozado) y luego nos fuimos a tomar unas copas con Aymar, Pelayo, sus amigos que habían venido a visitarle y la consejera (sí sí, con la consejera también). Fuimos a una zona donde había unas cuantas discotecas, con altavoces hacia la calle, tailandeses vestidos y peinados a la moda y tailandesas de impresión. Nos metimos en una discoteca con música electrónica elegante. En media hora empezaba a pinchar Judge Jules y el sonido era cojonudo. La verdad es que se mi hizo un poco raro, estar en bangkok, rodeado de tailandeses fashion que flipaban con la música electrónica europea. En la sesión hubo de todo, subidas rollo ibicenco, house-techno con redobles exagerados, temas viejos, remezclas de exitos rockeros, temazos ministry of sound. Me lo pasé muy bien la verdad, aunque no fuera mi música ni lo que yo esperaba encontrar la primera noche en Bangkok. Disfruté mucho de las copas, la gente y el ambiente.

A las 2 cierran los garitos, así que fuimos en búsqueda de ilegales. Llegamos a las puertas de un almacén que abría más tarde, pero entonces hicimos balance, estábamos agotados, al día siguiente (hoy) primer día de curro... así que nos fuimos a sobar.

Y hoy a darle un repaso a los ordenadores de la oficina, montando los nuevos y viendo como están los servidores. Un rato para escribir mi blog y me piro a jalar por ahí. Esta tarde iré a ver pisos y seguir empapándome de Bangkok. Esta ciudad es la hostia, da la sensación de que estaré mucho tiempo sorprendiéndome, de que va a ser buen año.

Venga filios, a pasarlo bien!

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4.10.05

Despedida de Soria en San Saturio

Que tranquilas son las fiestas del patrón pese a los eventos de todo tipo que a bombo y platillo anuncia la Redondo en el 90 Plaza Mayor: festivales folclóricos, conciertos, verbenas, festejos taurinos, y mil espectáculos infantiles. Con los años estas fiestas pierden mucho color; da la sensación de que son un premio de consolación para niños y viejos que no disfrutan tanto en las auténticas fiestas sorianas. Aunque muchos con San Juan deberíamos tener suficiente, en estas otras fiestas se echa de menos tener eventos orientados a la gente joven, sin menospreciar la actuación de grupos tan interesantes como Coti, Presuntos Implicados, Manolo Escobar, o la banda municipal.

Mirando la programación de las fiestas es difícil no echar la vista atrás, a los tiempos de shaval. En estas fechas llevábamos un par de semanas de curso y estábamos ansiosos por que nos dieran vacaciones: ir a los cabezudos (algunos a disfrazarse) a correr delante del popeye, el drácula o la niña, a las vaquillas (sacaban ternerillos que acojonados corrían de un lado a otro intentando esquivar a los niños que lloraban), al concurso de pesca, a la exhibición de trial, a los fuegos artificiales (al día siguiente a buscar bolas de pólvora) y después a la verbena a echar unos bailongos y llegar un poco tarde a casa. Supongo y espero que todavía haya generaciones que cogen las fiestas de San Saturio con esa ilusión.

A mi edad en cambio no he visto tanto interés en la programación. Mi situación actual me disculpa, pero tampoco he visto a ningún celtíbero ni coetáneo proponiendo la asistencia a ningún evento. Bueno, miento, el sábado por la noche fuimos a la verbena: sonido lamentable, presentación horrible y escenario prestado por Golmayo. El resultado fue unas cañas jodidos de frío y rápido para la zona a llenarnos de humo y preguntas al Sanedrín del Boira.

Ahí empezaron los primeros lloros internos, al darme cuenta que a alguna de esa gente, amig@s y compañer@s de noches inolvidables, no la voy a ver en los próximos meses. Es una sensación que me ha acompañado hasta ahora mismo, despedida tras despedida, abrazo tras abrazo, y es que, aunque tengo muchísimas ganas de irme, me duele dejar gente aquí que se nota que me quiere y que va a ser duro estar un año entero sin verla.

Pues eso gente, que todo el tubo que he metido en rollo melancólico-protesta era para acabar diciendo que os echaré de menos, este finde me habeis hecho sentir muy especial, que siento no haber podido dedicaros mucho tiempo (a algunos ni siquiera os he visto) y que me encantaría compartir con vosotros esta aventura.

Suerte durante el año. Mantenerme informado de vuestras historias.
Os espero por aquellas tierras.

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