28.3.06

Los primeros celtíberos llegan a Tailandia

Habiendo dormido sólo una hora (resaca, poco sueño, nervios...) ayer a primera hora fui a buscar a la Nita al aeropuerto y medio sobado medio emocionado la esperé durante más de una hora.... hasta que por fin apareció entre un grupo de españoles que venían directos desde Madrid. ¡Qué ilusion verla por aquí!

Ver su cara en el primer contacto con la atmósfera de Bangkok me hizo recordar cuando llegué yo; el golpe de calor, humedad y ruido es la bofetada con la que suele recibir la capital tailandesa.

Fuimos a casa y derrotada por el jetlag se quedó dormida hasta que yo regresé del trabajo. Sobre esa misma hora llegaba al aeropuerto el avión del equipo broma: Maremoto Escobar (con 24 horas de viaje desde Almería), la culebra vieja tronka y el chapucero que lidera y da nombre al equipo.

En una hora estábamos dándonos abrazos de bienvenida, charlando, poniéndome al día de la actualidad celtíbera y echando unas risas con el pequeño hatillo que traía la broma: se viene al otro lado del mundo, a pasar 3 semanas, exclusivamente con una mochila de colegio en la que lleva un arnés y unos piés de gato. Se tomó muy en serio el consejo de venir con pocas cosas para comprar aquí mucho.

Paseo por Bangkok, primeras compras, cena copiosa en restaurante japonés y cubatitas baratos que invitaban a charlar.



El cansancio del viaje hacía mella y el equipo broma se tenía que levantar pronto así que un paseo hasta casa por la pintoresca Sukhumvit nocturna y a dormir.

Ayer fue un día cargado de emociones. Ver en mi pequeño apartamento a mi hermana y mis amigos de siempre, charlar con ellos cara a cara, después de tanto tiempo sin verlos... ¡qué felicidad!

Acabo de llamar a la nita y está tranquilamente en la piscina tomando el sol. Los broma están por el norte flipando con la tailandia profunda. El sábado llega la siguiente expedición celtíbera, que espero impaciente. Y de vacaciones por el sur tailandés se nos unirá el equipo Macnoli. Durante más de un més voy a viajar por Tailandia y alrededores muy bien acompañado y como en otros viajes celtíberos seguro que surgen mil historias y risas. Ya os contaré...

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21.3.06

Kanchanaburi

Aunque era el Gran Premio de Malasia y muchos de mis compañeros se fueron a Kuala, este fin de semana yo me fui con mi amiga Naranja (Som) a Kanchanaburi, una ciudad (y provincia) que se encuentra a unas dos horas al oeste de Bangkok, muy próxima a la montañosa frontera con Myanmar (Birmania).

Siendo viernes el autobús iba lleno de estudiantes que iban a pasar el fin de semana con sus familias y yo era el único farang (guiri). Se notaba que Kanchanaburi no es una ciudad tan turística como otros puntos de Tailandia y esto en estas fechas de temporada alta se agradece.

Encontramos una guesthouse barata (6 euros el bungalow) que daba al río Kwai y que estaba cargadísima de flores y vegetación.




Esa noche nos dejamos llevar por la guía y fuimos a cenar a un garito con una comida thai exquisita y un precio desproporcionado a la calidad. Tan buena fue la cena repetimos la noche siguiente.

El sábado queríamos ver un montón de cosas alrededor de la ciudad, así que nos levantamos a eso de las 9 y nos alquilamos una moto. Empezamos la ruta en el 'Thailand-Burma Railway Centre' para ponernos las pilas sobre la Segunda Guerra Mundial y especialmente sobre la construcción del Death Railway que unía Tailandia y Myanmar con el resto de conquistas japonesas.

Cuando salimos del interesante museo visitamos rápidamente uno de los cementerios de combatientes aliados y el archiconocido puente sobre el río Kwai.




Como ya habíamos estado suficiente rato empapándonos de historia decidimos cambiar el chip y movernos con la moto. Era mediodía y hacía un calor asfixiante; más de 35 grados seguro, pero sin embargo la sensación encima de la moto era cojonuda: sin camiseta, en pantalón corto y sandalias, notando el viento a 100 km/h, nadie en la carretera, un paisaje de flipar y la libertad de poder pararme donde quería. Hacía tiempo que no disfrutaba así de un viaje en moto.

Tras más de una hora de camino llegamos a Sai Yok Noi donde unas cascadas refrescaban a multitud de thais entre vegetación frondosa y terreno karstico.







Los thais se suelen bañar con ropa, algo a lo que yo todavía no me he adaptado. Es más, añoro ese placer de bañarme en pelotas en el Duero, en alguna cochinada celtíbera, o en las playas ibicencas. Así que, a falta de bañador, me quedé a mitad de las dos opciones y sorprendiendo a un@s cuant@s asistentes me bañe en gayumbos.




Copiando a los thais, comimos en uno de los merenderos...




y l anochecer volvimos a Kanchanaburi, reventados de las casi 3 horas de moto, del sol que nos había curtido, del viento abrasador... así que tras cenar y comprarme un bañador florido para el día siguiente nos fuimos pronto a dormir.

El domingo, bien temprano, fuimos al parque nacional Erawan, a unos 80 km de Kanchanaburi. Allí me reencontré con un par de temas que tenía olvidados: la selva y el senderismo. Fue un trecking light pero cargado de sensaciones; flipando con la frondosa vegetación, con los ensordecedores y continuos sonidos de la jungla, con las cascadas, con los estanques de aguas cristalinas, con los fondos de color turquesa, con la abundancia de peces, con los rápidos que sortean las pulidas rocas, con los troncos y raices de formas increibles, con la mitología thai que arropa con telas de colores algunos árboles para encerrar a los espíritus... ¡una maravilla de parque nacional!













Y para complementar la jornada volvimos a Kanchanaburi por las vías del tren de la muerte, las que tantas vidas y sacrificio habían costado levantar debido al abrupto entorno.







Un fin de semana de descubrir una zona menos turística de Tailandia. Un fin de semana de patear, conocer y flipar. Un fin de semana de reenuentro con el paraiso tailandés.

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17.3.06

Hua Hin

El fin de semana después del Encuentro Empresarial necesitábamos descansar, así que todos los becarios de la ofcomes (excepto Pablo, que se fue con sus colegas madrileños a Camboya) nos bajamos a Hua Hin.

Hua Hin es una ciudad de unos 50.000 habitantes y que de siempre ha sido uno de los principales sitios turísticos para los tailandeses gracias a su enorme y cuidada playa. Llegamos ya de noche, buscamos una guesthouse barata (unos 7 euros la habitación doble), en mitad de la calle de moda y nos fuimos a cenar a un garito local. Comida tailandesa y mil shingas que invitaban a hablar: el Encuentro Empresarial todavía estaba cerca y nos quedaban comentarios al respecto...




Cerveza tras cerveza, tal como acostumbran las charlas de borrachera, la conversación se orientó a solucionar el mundo, esta vez desde el punto de vista económico: que si producción ganadera y agrícola, que si especialización del país en sectores determinados, que si repercusiones a los pequeños productores, que si nichos de mercado, que si leche fresca Cañada Real o en tetra-brick... cuando un
informático se emborracha con economistas salen cosas muy graciosas.

En aquel garito nos aguantaron hasta bien entrada la noche porque los dueños también se estaban emborrachando en otra mesa junto a nosotros. Salimos tan tarde que la mayoría de garitos de la calle de moda estaban ya cerrados. Así que decidimos seguir los consejos de los locales y fuimos a la zona de los karaokes. Allí encontramos
todos los elementos de la noche tailandesa tardía: mezcla de guiris y thais, billares, fulanas, katoeis (travestis) y también chicas que invitan a conversar contándote sus aventuras como madres, como empresarias, como universitarias o como lo que sea. Y entre charla y charla una birra, una partida, una canción en el karaoke (en thai escrito con caracteres farangs) y un par de bromas por el micro.

Ander y yo acabamos bastante tocados, llegamos al hotel con la risa mañanera y no pudimos aguantar el desgüeve por el pijama con el que nos recibía nuestro recepcionista 'el verduras'.

El sábado al mediodía fuimos a la playa.




Nos pegamos toda la tarde allí, haciendo la croqueta.




Al atardecer mis compañeros se fueron a uno de los chiringuitos cercanos y yo me quedé solo, leyendo, observando los joviales grupos de thais, pensando, mirando al horizonte y disfrutando de los colores oscurecidos que me brindaba la playa...




Ya de noche tocó disfrutar de los frutos del mar, una buena parrillada de marisco en un mirador sobre la playa que dio paso a otra noche de mil cervezas.




Conciertos rockeros, paseos por el Huahin menos concurrido, esquivar puretas danesas expatriadas que te metían mano y de nuevo a la zona de los karaokes donde ‘las madres’ nos recibieron con los brazos abiertos. Esa noche estaban menos animadas porque no les funcionaba el chisme de las canciones, el ordenata se les había quedado colgado y sólo podían pinchar con cds de audio. El informático 24x7 hizo un complicado reset y volvieron las letras a la tele, las sonrisas a las caras de las camareras y a nuestras bocas una birra de regalo.

Otra noche de canciones, conversaciones y triquiñuelas para que bebiéramos más y más, y de nuevo volvimos al hotel con el sol en la nuca. Más de lo mismo: risas con el verduras y a despertar a Pepa y Cristina, nuestras compañeras.

El plan para el domingo no era muy innovador: más croqueta y más descanso en la playa. Sin embargo esta vez al atardecer, ya pensando en irnos, Pepa decidió montar a caballo por la playa. Yo sólo había montado una vez hacía unos 4 años [*1] y como no tenía ni idea pasaba de montar el espectáculo en mitad de la playa. Pero Pepa se cansó a los veinte minutos y viendo lo bien que montaba ella me decidí a probar.




Y la verdad es que no fue mal… era un caballo comprensivo, que te entendía, según lo que le dijeras se ponía a andar, a trotar, a cabalgar, a frenarse, a girar; un placer cabalgar a lo videoclip por la orilla de la playa.

El finde fue bastante repetitivo pero conseguimos el objetivo: el domingo noche estábamos en Bangkok, mucho más descansados y desestresados. Un finde para reposar y darle placeres al cuerpo, que se lo merecía desde hacía tiempo.

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[*1].- Recordando aquella excursión improvisada a la Rioja, a la Laurel, a Navarrete, visitando al Uci...

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13.3.06

El Foro Empresarial desde bambalinas - parte 2

Jueves, 23 de febrero

A las 6.30, hora y media después de caer sobados nos llamó Faustina, nuestra contable, para avisarnos de que las azafatas ya estaban en recepción preparadas en organizar las cosas. Por turnos nos duchamos los 5 becarios, pusimos elegantes y bajamos a ver cómo iban las cosas. El Ballroom olía a estrés, agitación nervios, gritos, dudas, metalillones, últimas pruebas de luces, proyectores, ordenadores, intérpretes simultáneos...

Los minutos pasaron volando y en poco tiempo se dió el pistoletazo de salida: aparecía el Rey y subía al escenario que pocas horas antes habíamos preparado. Y se le veía perfectamente, a él, a toda la mesa presidencial, a la presentadora (nuestra compañera Teresita que bordó la presentación en muy cultos tailandés y castellano: kop kop kun), la proyección y el escenario en general. ¡Buen trabajo kun
Pepa!



Yo me posicioné junto a los técnicos del hotel y de los equipos alquilados para asegurar que la imagen seguiría siendo buena durante todo el evento.

Tras las típicas charlas de algunos miembros de la mesa presidencial (rey, Moratinos, secretarios de estado españoles y tailandeses, comisión de empresarios españoles...) pasamos a un breve desayuno. En este momento el Rey desapareció del evento con rumbo a otro acto oficial y yo, en vez de aprovechar el esquisito desayuno busqué las presentaciones de los ponentes de la siguiente fase del evento: la sesión plenaria, en la que tanto autoridades españolas como tailandesas comentarían las relaciones económicas entre ambos países. Durante la plenaria hice buenos migas con otros precarios tailandeses que tenían encargado pasar las transparencias de sus respectivos jefes, al igual que a mi me tocó con la presentación del director general de comercio e inversiones. Tarea nada fácil la verdad: la presentación
era en castellano y el discurso en inglés, y claro, cuando no sabes del tema, no tienes un guión del discurso y el ponente está a casi 50 metros no siempre es fácil acertar... gracias a mis compañeros la cosa salió adelante.

A eso de la una tocaba comer. Servidor sólamente pudo disfrutar de unos entrantes y un bakalao cojonudo, y con prisas tuve que preparar la siguiente fase del evento: los workshops. Se trataba de dos seminarios paralelos donde algunas empresas españolas y tailandesas mostrarían sus ganas de invertir en ambos paises y que debía dar paso a una charla entre empresarios con ganas de inversión. Cómo tuve que estar al tanto de los equipos de ambas salas me tragué parte de las ponencias y de las discusiones posteriores, y la verdad es que los temas fueron bastante interesantes: medioambiente, agua, transporte... Flipé también con nuestros intérpretes simultaneos, que traducían con un segundo de retraso todas las charlas españolas o inglesas.

Con diferente participación en los seminarios, ambos terminaron con éxito (todavía llueven felicitaciones) a eso de las 5 de la tarde. Por fin se veía la luz, habíamos terminado el evento que tanto tiempo y esfuerzo nos había llevado preparar.




El equipo de la ofcomes no nos lo creíamos, aunque agotados, se dibujaba una sonrisa en cada una de nuestras caras por saber que habíamos terminado.




Con mezcla de agotamiento y felicidad recogimos cada una de las salas de hotel y en la furgoneta alquilada nos fuimos a casa. Reventados... pero no nos podíamos parar a descansar. En unos minutos debíamos ir a casa de Thaksin Sinawatra, el primer ministro de Tailandia, que hacía una recepción al Rey de España y a los empresarios españoles, y nosotros también
estábamos invitados. En un primer momento se pedía que los asistentes al acto vistieran smoking o vestido largo, pero a media tarde se dió libertad de vestuario ya que muchos de los invitados no poseían trajes de grandes galas.

Si bien el palacio de Thaksin está bastante de lejos de nuestras casas, y pese al tráfico de Bangkok, conseguimos llegar al acto con un minuto de adelanto. Ya estaban todas las autoridades, incluso el coche del Rey, pero tomamos un atajo y nos presentamos en el salón de recepción justo antes que el Juancar. Vamos, con la mirada de todos los asistentes, cruzamos la alfombra que daba entrada al salón unos segundos antes que el monarca. Flipados con el lujoso salón, nos colocamos estratégimente junto a una mesa de canapiés y desde allí vimos el ritual de saludos mútuos. Me pareció curioso que uno de los asistentes (creo que acreditado por la casa real) echó la bronca a otro por tener la mano en el bolsillo mientras sonaba el himno de España: - ¿Es usted español? Sáquese la mano del bolsillo mientras suena el himno, haga el favor. Igual alguno de vosotros me podeis explicar esta norma. Como apenas habíamos comido, y la gente no mostraba demasiado apetito, Ander, Pablo y yo seguimos dedicándonos a los canapiés y al vino. Mientras el rey y el primer ministro tailandés hicieron un paseillo para saludar a los asistentes, donde pude observar muy de cerca la jovialidad del monarca, que se alegró de ver nuevas generaciones en el acto, y la cara de tristeza del presidente del gobierno tailandés. Esa intuición se consolidó dos días después de este evento: en la playa, nos enteramos de que Thaksin había dimitido de su cargo de presidente del gobierno; no podía soportar las presiones del pueblo tailandés tras un pelotazo empresarial en el que su familia se llevó un buen pellizco. Thaksin es un hombre muy rico a nivel mundial, un gran economista que ha presidido Tailandia durante 5 años, y cuando los pufos económicos se hacen visibles siendo político, es difícil aclarar la imagen.

Fuimos los últimos asistentes en salir de aquel lujoso palacio. Con dolor de piernas, ojos caídos y prácticamente sobado fui a cenar con unos cuantos amigos (Pablo-banco, Laura, Ander, Pablo y sus amigos madrileños q en esas fechas le visitaban) con el principal objetivo de despedirme de Tamariz, una amiga con la que he compartido buenas juergas, charlas y momentos y que se volvía ya para su tierra gallega. No aguanté mucho, me quedaba dormido durante la cena. Llevába como 3 semanas durmiendo poco, y la racha final había sido
muy dura. Así que me piré a sobar. La pesadilla de falta de vida se había acabado esperando que la recompensa fuera buena... aunque ésta todavía está por concretar.

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